LA VID Y LOS PÁMPANOS

LA VID Y LOS PÁMPANOS
(Pastores Gonzalo y Andrea Sanabria)

Sin duda alguna nuestro Señor Jesucristo es el mejor predicador, y los evangelios nos muestran que usaba ejemplos sencillos y del diario vivir de los hebreos para enseñar grandes misterios y revelaciones del reino de Dios. 

En ésta ocasión Jesús utiliza un cultivo conocido por todos en tierras palestinas (la vid), y mediante el sencillo ejemplo enseña profundas verdades espirituales. Ese es nuestro Dios, quien usa todos los medios posibles y necesarios para que le podamos entender. Qué bueno y grande es nuestro Dios…




LA VID Y LOS PÁMPANOS

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. ” Juan 15:1-3.
Podemos considerar a la luz del contexto del pasaje de hoy varias cosas muy importantes: Jesús está con sus discípulos en el aposento alto, no hay más personas, es pues una enseñanza en la intimidad con el Señor (recordemos que Dios nos invita a esa intimidad con él, y allí nos dará a conocer secretos de su corazón, cosas que ojo no vio, ni oído oyó).

Sus discípulos conocen muy bien el cultivo y términos como: vid, viña, viñador (es el labrador), pámpano (rama que conduce la savia del tronco al fruto), vendimia (cosecha de la uva) y el lagar, que es lugar donde se pisaba la uva para la obtención del jugo, labor realizada con cantos de regocijo ante bendición del Señor. Dios desea llenar a sus hijos de su bendición, y esto requiere apertura del corazón.  

Cristo es la vid verdadera (del griego traduce: veraz, genuina), es la que da verdadera vida, la que sacia realmente. Hay falsas “vides”: los ídolos, las drogas, la vida desenfrenada, el alcohol, etc, en lo cual el hombre quiere saciar la sed de su corazón, pero cada vez experimenta mayor vacío, pues solo Jesucristo puede llenar realmente el corazón del hombre. Sólo Jesús puede satisfacer plenamente la sed de vida y amor que todo ser humano tiene.




Consideremos ahora la relación entre el pámpano y el labrador. Por naturaleza el labrador, prepara la tierra, siembra, riega y cuida el cultivo. Aquí nos habla específicamente de la labor de poda de la vid y limpieza del pámpano. El Padre celestial es el labrador (viñador, el que cuida la viña, él hace la poda, etc). 

Nosotros estamos representados en los pámpanos, son los conductos de la savia, son los canales que alimentan el proceso del fruto, son las ramas que sostienen las uvas. Algunos son quitados por ausencia de fruto, otros son limpiados para que lleven más fruto. Es fundamental aquí conocer: “La Obra del Espíritu Santo”. 

Cuando el texto dice: “lo limpiará” equivale a decir: “lo podará”, es trabajo del viñador. Hablamos de la poda, que se realiza con el cuchillo y la tijera. Las ramas secas y estériles son quitadas para que lleve más fruto. La vid no se resiste (recordemos que “como cordero fue llevado al matadero, enmudeció, no abrió su boca”). Es la obra donde el Padre quiere quitar de nosotros lo que no sirve a su propósito.

Jesús dijo: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. Por eso uno de los símbolos de la Palabra de Dios es el agua, por ejemplo en el Salmo 1 dice: “Bienaventurado aquel cuya delicia es la ley de Jehová… será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo… y todo lo que hace prosperará”. 




En el tabernáculo entre el Altar de Bronce y la carpa estaba el lavacro o fuente de bronce, que estaba hecho de los espejos de las mujeres de Israel (bronce), allí antes de entrar en la presencia de Dios, debía el sacerdote purificarse, lavarse, y sin duda él veía su rostro reflejado en esas aguas… Sin duda cuando el Espíritu Santo y la palabra de Dios encuentran un corazón dispuesto “Dios Puede Transformar el Caos en Bendición”. 

Recordemos que también dice la Escritura: “si alguno no es hacedor de la palabra, es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural y pronto olvida cómo era”… Cuán grande y hermoso es el poder de Su palabra, pues refleja nuestra verdadera condición y nos permite lavar nuestros pecados en la sangre de Jesús.

Reflexión final: Dios desea que llevemos mucho fruto para él. Muchas veces nuestra falta de disposición o quizá conductas que son pecaminosas impiden este propósito, entonces es cuando el buen labrador viene a podar, algunas veces nos sometemos con mansedumbre, y otras veces escogemos el camino más difícil. Pero, al final veremos que el labrador hará su obra, pues Jehová cumplirá su propósito en mí.

Te invitamos a leer: Sermones escritos para predicar



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