Es muy importante mantener un corazón enseñable y humilde pues así el Espíritu Santo nos da revelación y abre las Sagradas Escrituras a nuestro entendimiento, tal como Jesús lo hizo con los dos discípulos que iban por el camino hacia Emaús (según Lucas 24:27-32). El estudiante de las Sagradas Escrituras sabe que habrá cosas que no están escritas en los libros de consulta que debe usar en su investigación.
Por eso los diccionarios, concordancias, gramáticas, comentarios, y los textos de historia son importantes para entender lo que dice el escritor, pero sin duda lo más importante es leer las Sagradas Escrituras con la ayuda y revelación del Espíritu de Dios y la fe en Jesucristo. Los textos son ayudas o herramientas a través de los cuales se procura entender y exponer de la mejor manera el texto de la Biblia.
Entonces si la Biblia es la Palabra del Señor, es y tiene que ser sin duda alguna, el texto de la Iglesia de Jesucristo. Sin las Sagradas Escrituras la Iglesia de Dios no puede llevar a cabo su plan. Sin duda esto implica reconocer que a lo largo de la historia, la Iglesia de Cristo en muchos momentos ha descuidado la centralidad y valor de la Palabra y ha quebrantado el principio de su soberana autoridad.
Podemos ver que la Reforma protestante del siglo XVI enfrentó esta realidad afirmando de manera contundente el principio o ley de la “sola scriptura”. Hoy igualmente vemos que es necesario y fundamental que las Iglesias nacidas de esta poderosa y gran herencia se mantengan vigilantes porque nos encontramos frente a una multitud de diversas interpretaciones y posiciones que dejan de lado la suprema autoridad de la Palabra del Señor.
En
nuestra calidad como hijos de Dios somos conscientes de que las Sagradas
Escrituras como libro de salvación contienen un mensaje sencillo y transmite los
principios y enseñanzas que hacen al creyente “sabio para la salvación por la
fe que es en Cristo Jesús” 2 Timoteo 3:14-17.
Al
leer la Biblia con sencillez y humildad de corazón ella nos habla, y hallamos en
toda ella poderosos mensajes de perdón, restauración y amor, identificamos los deberes
cristianos, la revelación para el diario vivir, también la inspiración para dar
solución a los problemas de la vida cotidiana, y muchas cosas más.
Al acercarnos a un texto bíblico para estudiarlo debemos
tener en cuenta básicamente los siguientes aspectos:
a) Las Sagradas Escrituras se explican a sí mismas. Es
decir los textos parecidos o similares se complementan y explican. Los pasajes
semejantes nos ayudan a ver con mayor claridad la verdad que la Biblia nos
quiere decir.
b) Todo contexto de un pasaje bíblico nos despeja muchas
preguntas y nos muestra por ejemplo: quien es la persona que habla, a quien se
lo dice, cuando, por qué razón, donde, y todo esto nos ayuda para entender
mucho más el texto.
c) Debemos procurar en la medida de lo posible tomar los términos
o palabras en su significado sencillo y natural.
d) Los textos bíblicos paralelos debemos tomarlos en
cuenta, pues estos nos ayudan a explicar los pasajes complicados o difíciles.
e) Debemos
usar correctamente los textos o libros de consulta y las herramientas mediante
las cuales procuramos descubrir el significado del texto bíblico (hablamos de diccionarios
bíblicos, comentarios, las diversas biblias de estudio, y otros textos
cristianos de estudio).
f) Acerquémonos a la Biblia con un corazón dispuesto y enseñable
y el Espíritu Santo será nuestro maestro, él nos revelará las hermosas verdades
de su palabra.
No tenemos que tener un título como ministros ordenados
para estudiar y leer con amor, constancia y buen juicio la Biblia. Todos como
buenos cristianos requerimos alimentarnos debidamente de la Palabra del Señor.
Por
eso acerquémonos con diligencia, amor, dedicación y humildad a las Sagradas
Escrituras y veremos como nuestra vida es transformada por su poder, la Biblia
nos edificará abundantemente, con razón está escrito: “desead, como niños
recién nacidos, la leche espiritual no adulterada (la
palabra de Dios) para que por ella crezcáis para salvación” 1 Pedro
2:2.
Puedes descansar y confiar
en las promesas de Dios, pues él es fiel y cumple lo que dice. Seguramente todos nosotros hemos vivido circunstancias difíciles ligadas
a la decepción, frustración, tristeza o dolor, por el incumplimiento de promesas
que otras personas nos han hecho; pero cuando se trata de las promesas de
nuestro buen Dios, podemos estar seguros, tranquilos y confiados, pues él no
miente, no engaña, ni se retracta, Dios nunca falla y siempre cumple su
palabra, en él no hay cambio ni sombra de variación, por lo tanto podemos concluir
que en él no hay el más mínimo margen de error ni de mentira.
“Porque tú eres pueblo santo para
Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo
especial, más que todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra. No por
ser vosotros más numerosos que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha
escogido, pues vosotros erais los menos numerosos de todos los pueblos, sino
porque Jehová os amó y quiso guardar el juramento que juró a
vuestros padres; os ha sacado Jehová con mano poderosa y os ha rescatado de la
casa de servidumbre, de manos de Faraón, rey de Egipto. Conoce, pues, que
Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el convenio y la misericordia a
los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”
Deuteronomio 7:6-9.
Gracias pastores, que Jehová les bendiga
ResponderBorrarAmén. Dios te bendiga Antonio, muchas gracias.
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