JESÚS EL PERFECTO CORDERO DE DIOS
La fe en el Cordero de Dios es la que nos da acceso a la ciudad del
Dios vivo. El término “Cordero” nos recuerda el sacrificio de la oveja o
cordero en el altar del Antiguo Testamento, y apunta o señala a Cristo, recordemos
que Juan el bautista cuando vio a Jesús dijo:
“He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Jesucristo es Aquel que fue llevado como cordero al matadero cuando fue sacrificado en la cruz, por Su gran amor tomó nuestro lugar, por eso todos los redimidos por Su sangre solo a él damos gloria y honor…
“He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Jesucristo es Aquel que fue llevado como cordero al matadero cuando fue sacrificado en la cruz, por Su gran amor tomó nuestro lugar, por eso todos los redimidos por Su sangre solo a él damos gloria y honor…
JESÚS EL PERFECTO CORDERO DE DIOS
“No entrará en ella
ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que
están inscritos en el libro de la vida del Cordero” Apocalipsis 21:27.
El Cordero de Dios en el Antiguo Testamento debía ser perfecto, es
decir no podía tener defecto alguno, por eso Cristo es el Cordero de Dios,
perfecto y sin mancha. En el A. T. el cordero expiaba o cubría el pecado,
porque era sangre animal, pero la sangre perfecta del Cordero de Dios (Cristo)
nos limpia de todo pecado, porque es la sangre perfecta. Gracias amado Cordero
de Dios por dar tu vida en sacrificio por nosotros.
El texto de hoy (Ap. 21:27) nos habla también del Libro del “del
Cordero” porque destaca que la fe en él, es el camino para que nuestro nombre
sea inscrito allí, y en virtud de esta inscripción podemos entrar a la ciudad
del Dios vivo, la Jerusalén Celestial, la ciudad de Dios, ciudad con
características únicas, pues es la morada de Dios mismo.
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El Señor nos anima a ser fieles al Cordero de Dios: “El que venciere
será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la
vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” Apocalipsis 3:5-6.
Aunque al inicio el mensaje es dirigido a la iglesia en la ciudad de Sardis, luego se transforma en un mensaje para todas las iglesias (vrs. 6) y no sólo de ese tiempo sino para las de hoy y mañana, pues la Palabra de Dios permanece para siempre.
Aunque al inicio el mensaje es dirigido a la iglesia en la ciudad de Sardis, luego se transforma en un mensaje para todas las iglesias (vrs. 6) y no sólo de ese tiempo sino para las de hoy y mañana, pues la Palabra de Dios permanece para siempre.
Según el versículo cinco de Apoc. 3, se espera que el creyente sea un vencedor
(vencer el mundo y sus ofertas, el pecado y la soberbia, el doble ánimo, la
tentación y al enemigo de nuestras almas con la ayuda y fuerza de Dios,
recuerda que el Cordero de Dios se hizo carne y vivió entre nosotros y por eso
él nos comprende), el Señor ha dicho que en él somos más que vencedores, y éste
versículo también nos enseña que seremos recompensados con:
1. Vestiduras blancas,
2. Nuestro nombre permanecerá para siempre en el libro de la
vida del Cordero,
3. Nuestro nombre será confesado por Cristo delante del
Padre y sus ángeles.
Podemos recordar también la experiencia de Moisés, en el monte Sinaí, Éxodo
32:31-33, donde podemos ver varias cosas muy importantes:
“Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.”
Vemos que: Moisés tenía conocimiento del libro del Cordero, sabía que su nombre estaba inscrito allí, y que la voluntad del Señor es que los hombres se salven, y que no se pierdan.
“Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.”
Vemos que: Moisés tenía conocimiento del libro del Cordero, sabía que su nombre estaba inscrito allí, y que la voluntad del Señor es que los hombres se salven, y que no se pierdan.
Reflexión final: Para un nacido de nuevo hay seguridad de que su nombre no será
borrado, pero si se aparta de Dios, y vuelve a su vida antigua, la conclusión
más probable es que no había nacido de nuevo y necesita entregarle su vida de
manera genuina a Dios, debe entregarse realmente al Señor Jesús y reconocer el
poder de Su sangre, la del Cordero perfecto, pues sólo en ella hay redención.
Gocémonos porque nuestro nombre está inscrito en el Libro del Cordero de Dios.
(Escrito por Pastor
Gonzalo Sanabria)
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