EL VENCEDOR COMERÁ DEL ÁRBOL DE LA VIDA
Es
muy interesante ver que la Biblia comienza hablándonos del árbol de la vida y
junto a él estaba también el árbol del bien y del mal.
Lamentablemente Adán y Eva tomaron una mala decisión, pero ahora el postrer Adán, Cristo mismo, vive en nosotros y por él podemos vencer y seguir la voluntad de Dios Padre.
El verdadero gozo lo encuentra el creyente haciendo la voluntad de Dios, y es también gozo del Padre celestial, es cuando él dice: “éste es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia”…
Lamentablemente Adán y Eva tomaron una mala decisión, pero ahora el postrer Adán, Cristo mismo, vive en nosotros y por él podemos vencer y seguir la voluntad de Dios Padre.
El verdadero gozo lo encuentra el creyente haciendo la voluntad de Dios, y es también gozo del Padre celestial, es cuando él dice: “éste es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia”…
EL VENCEDOR COMERÁ DEL ÁRBOL DE LA
VIDA
“El
que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere,
le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de
Dios.” Apoc. 2:7.
El
mensaje a Éfeso nos permite ver que el Espíritu Santo es agente fundamental y
activo en la restauración del primer amor que la iglesia había descuidado. Es
precisamente el Espíritu Santo quien revela la condición de la iglesia. A pesar
de todas sus obras, el amor de la iglesia por Dios se había enfriado. Este
mensaje se revela ahora, como un mensaje para todas las iglesias.
Es
Cristo quien comienza hablando (Apoc 2:1), pero ahora en el versículo 7, se nos
dice que es el Espíritu quien habla, pues lo que habla el Hijo es también lo
que habla el Espíritu. Hablan en tal armonía que lo que comienza diciendo uno,
lo termina diciendo el otro.
El versículo comienza diciendo: “El que tiene oído, oiga”, esto destaca la importancia de la intimidad con Dios y la sensibilidad para oir su voz. Es un llamado del Espíritu a la intimidad con el Señor.
El versículo comienza diciendo: “El que tiene oído, oiga”, esto destaca la importancia de la intimidad con Dios y la sensibilidad para oir su voz. Es un llamado del Espíritu a la intimidad con el Señor.
El
Señor anima a la iglesia a vencer la apatía. El Espíritu Santo alienta a la
iglesia de Éfeso a vencer (la indiferencia, el desamor, la apatía espiritual,
la religiosidad…), “vencer” del griego “nikáo” traduce también: subyugar,
conquistar, prevalecer; es decir con la fuerza y autoridad de Dios, someter y
alcanzar la conquista sobre el doble ánimo, sobre la pereza, sobre el
enfriamiento espiritual, sobre los obstáculos propios de la vida espiritual
(religión, rutina, etc).
Además
dice el Señor: “le daré a comer del árbol de la vida que está en medio del
paraíso de Dios”, esto implica que allí iremos “al paraíso” (Pablo habló de
él), y comeremos del árbol de la vida, nos nutriremos de la revelación de
Cristo, de la revelación de Dios.
Quien es más la vida sino Cristo mismo, por eso también dice en Apoc. 22:2 “Sus hojas eran para la sanidad de las naciones”, porque él es nuestro sanador. Cuando el hombre decide rechazar el árbol del bien y del mal, y más bien se acerca al árbol de la vida (Cristo mismo), recibe vida eterna y con ella todos los beneficios del reino.
Quien es más la vida sino Cristo mismo, por eso también dice en Apoc. 22:2 “Sus hojas eran para la sanidad de las naciones”, porque él es nuestro sanador. Cuando el hombre decide rechazar el árbol del bien y del mal, y más bien se acerca al árbol de la vida (Cristo mismo), recibe vida eterna y con ella todos los beneficios del reino.
Conclusión:
Es el deseo de Dios habitar en medio de su pueblo y ministrar con su poder,
vida y libertad para sus hijos. Debemos caminar en un continuo primer amor,
pues es el amor el más grande poder del reino.
(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria)
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