JESÚS LA VID VERDADERA
Consideremos en
primer lugar que el fruto de la vid depende de la buena comunión. Los pámpanos
dependen de la vid, pues a través de éstos (que actúan como canales o tubos
conductores) reciben el agua y la savia del tronco. El texto de hoy destaca la
frase “permanecer en Cristo”, la palabra permanecer viene del término griego “méno”,
que traduce también: quedarse, permanecer, morar. Nos habla de comunión que persevera, intimidad, unidad con Cristo...
JESÚS
LA VID VERDADERA
“Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si
no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy
la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. ” Juan 15:4-5.
Observemos que es
en la intimidad donde hay “mucho fruto”, pues el vrs. 5 dice: “el que permanece
en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto”. Es interesante que el libro de Usos
y Costumbres de las Tierras Bíblicas nos dice: “la rama más cercana al tronco o
a la raíz es la que produce más uvas”.
Entonces la naturaleza misma nos enseña que “llevar mucho fruto”, es la consecuencia y beneficio de la comunión con Dios. Cuando procuramos la comunión con el Espíritu Santo experimentamos la verdadera renovación, pues él es la fuente de nuestra vida (Te invitamos a leerlo en: “Si Alguno Tiene Sed Venga a mí y Beba”).
Entonces la naturaleza misma nos enseña que “llevar mucho fruto”, es la consecuencia y beneficio de la comunión con Dios. Cuando procuramos la comunión con el Espíritu Santo experimentamos la verdadera renovación, pues él es la fuente de nuestra vida (Te invitamos a leerlo en: “Si Alguno Tiene Sed Venga a mí y Beba”).
Dios quiere
transformarnos de gloria en gloria. Podemos observar a la luz de los versículos
anteriores y en el 5, que hay tres niveles de fruto:
1. Vrs. 2 = “fruto”
2. Vrs. 2 = “más fruto”
3. Vrs. 5 = “mucho fruto”. Así pues
confirmamos que Dios quiere llevarnos cada vez a nuevos niveles de gloria, de
revelación, de madurez y fructificación.
Recordemos
también que la parábola del sembrador, dice: “el que fue sembrado en buena
tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto, y produce a ciento, a
sesenta y a treinta por uno”. Vemos también aquí tres niveles. Esto significa
que producimos o damos fruto para Dios en la medida en que nos sometemos a su
voluntad.
Es fundamental nuestra comunión con Dios,
pues así como se muere un pámpano al separarse de la vid, se seca un cristiano
al separarse de Cristo. A donde más iremos si sólo Cristo tiene palabras de
vida eterna. Él es la vida, y alejarse de él es caminar hacia la muerte.
Alejarnos de él nos hace vanos e improductivos para el reino, por eso dice:
“separados de mí nada podéis hacer”.
Reflexión final: Nuestra comunión
con Dios es la que sostiene la vida que el mismo Cristo un día nos dio. Así
como es vital el agua para los seres vivos, y morirían sin ella, el creyente
necesita de Dios para vivir realmente su nueva vida. Acércate a él y bebe del
agua de vida.
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