JESÚS LA VID VERDADERA

JESÚS LA VID VERDADERA
(Pastores Gonzalo y Andrea Sanabria)

Consideremos en primer lugar que el fruto de la vid depende de la buena comunión. Los pámpanos dependen de la vid, pues a través de éstos (que actúan como canales o tubos conductores) reciben el agua y la savia del tronco. El texto de hoy destaca la frase “permanecer en Cristo”, la palabra permanecer viene del término griego “méno”, que traduce también: quedarse, permanecer, morar. Nos habla de comunión que persevera, intimidad, unidad con Cristo...



JESÚS LA VID VERDADERA

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. ” Juan 15:4-5.
Observemos que es en la intimidad donde hay “mucho fruto”, pues el vrs. 5 dice: “el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto”. Es interesante que el libro de Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas nos dice: “la rama más cercana al tronco o a la raíz es la que produce más uvas”. 

Entonces la naturaleza misma nos enseña que “llevar mucho fruto”, es la consecuencia y beneficio de la comunión con Dios. Cuando procuramos la comunión con el Espíritu Santo experimentamos la verdadera renovación, pues él es la fuente de nuestra vida (Te invitamos a leerlo en: “Si Alguno Tiene Sed Venga a mí y Beba”). 

Dios quiere transformarnos de gloria en gloria. Podemos observar a la luz de los versículos anteriores y en el 5, que hay tres niveles de fruto:
1. Vrs. 2 = “fruto”
2. Vrs. 2 = “más fruto”
3. Vrs. 5 = “mucho fruto”. Así pues confirmamos que Dios quiere llevarnos cada vez a nuevos niveles de gloria, de revelación, de madurez y fructificación.

Recordemos también que la parábola del sembrador, dice: “el que fue sembrado en buena tierra es el que oye y entiende la palabra, y da fruto, y produce a ciento, a sesenta y a treinta por uno”. Vemos también aquí tres niveles. Esto significa que producimos o damos fruto para Dios en la medida en que nos sometemos a su voluntad.




Es fundamental nuestra comunión con Dios, pues así como se muere un pámpano al separarse de la vid, se seca un cristiano al separarse de Cristo. A donde más iremos si sólo Cristo tiene palabras de vida eterna. Él es la vida, y alejarse de él es caminar hacia la muerte. Alejarnos de él nos hace vanos e improductivos para el reino, por eso dice: “separados de mí nada podéis hacer”.   

Reflexión final: Nuestra comunión con Dios es la que sostiene la vida que el mismo Cristo un día nos dio. Así como es vital el agua para los seres vivos, y morirían sin ella, el creyente necesita de Dios para vivir realmente su nueva vida. Acércate a él y bebe del agua de vida.




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