Escuchemos la voz de Dios

Escuchemos la voz de Dios

Génesis 26:2-3, 12: “Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te daré. Habita cómo forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré… Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová”.

Cuando pasamos por tiempo difíciles, casi por instinto, reaccionamos haciendo un plan a seguir para superar esa crisis que estamos atravesando. De esta manera reaccionó Isaac como vemos en Génesis 26:1 “Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar”. Planeó ir a Egipto, como lo hacían las personas de la época ante esa dura situación.

Sin embargo, Dios le habla, no sólo para prevenirlo sino para guiarlo al lugar de la bendición. Esto es un desafío para Isaac, pues debe mantenerse sensible a la voz de Dios. El Señor le dice: “habita en la tierra que yo te daré”. Debemos invertir nuestro tiempo en intimidad con Dios, para escuchar y desarrollar un corazón sensible a su dirección y voluntad, esto nos librará de un futuro incierto, de fracasos y vergüenzas.

Es de vital importancia buscar la voluntad de Dios en cada tiempo, pues lo que el Señor ha dicho, no es necesariamente lo que está diciendo, por ejemplo, en este capítulo vemos que Dios le dice a Isaac “No desciendas a Egipto”, pero en Génesis 46:3, vemos que Dios le dice a Jacob (Hijo de Isaac) “No temas descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación”. Así que debemos buscar su voluntad para cada tiempo específico.

El versículo doce comienza diciendo: “Y sembró Isaac en aquella tierra”, frase que nos dice cosas muy importantes, por ejemplo, Isaac sembró, él tenía la promesa de parte de Dios que le había dicho: “estaré contigo y te bendeciré” y él caminó en esa promesa, no se quedó sólo con ella, sino que actuó con fe, fue diligente y esforzado.

Podemos ver como el texto dice: “En aquella tierra”, frase en la que podemos ver que Isaac, aunque planeaba ir a Egipto, decidió confiar en Dios, obedeció, siguió su consejo y la bendición de Dios llegó, la obediencia a Dios actúa como un imán para las bendiciones y prosperidad.

Los resultados de la obediencia fueron tan sorprendentes que hasta los filisteos reconocieron el poder de Dios, pues le dijeron a Isaac: “Hemos visto que Jehová está contigo”, como podemos leerlo en el versículo veintiocho. Sin duda, con nuestra obediencia glorificamos a Dios, esa es nuestra mayor adoración. Y como resultado nosotros y nuestra casa son bendecidos.

Conclusión: Debemos obedecer y seguir el consejo de Dios en todas nuestras decisiones y planes, pues nos ama y busca lo mejor para nosotros, nuestra obediencia glorifica a Dios, y los resultados estarán alineados para al propósito divino. (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria)


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