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Derrotemos la incredulidad del corazón.

Derrotemos la incredulidad del corazón.

 

 

La palabra de Dios nos dice que el Señor había decretado la posesión de la tierra que fluye leche y miel a su pueblo Israel. Nos dice el Libro de Números que los hebreos vinieron a Moisés solicitando enviar algunos espías a la tierra de Canaán. 

Su objetivo, lamentablemente, no era organizar un plan para conquistar la tierra que el Señor les había prometido, sino que ellos querían saber sí era posible aquella victoria. Vemos pues, que su fe en la palabra de Dios no era completa. 

En realidad, ellos deseaban conocer las probabilidades y medir su posible victoria. Esto se puede concluir con el informe que traen los espías a Moisés, pues ellos se lamentaban por el gran tamaño de los gigantes y la gran altura de los muros que rodeaban y protegían a las ciudades de Canaán. 

Pero, debemos tener presente que la fe genuina obedece las instrucciones de Dios aunque en el camino haya gigantes que derribar y altos muros que superar, pues en realidad no se trata de la capacidad o fuerza del hombre, sino del poder de Dios actuando a través de sus hijos. Él es nuestro escudo, fortaleza y quien pelea por nosotros. 

Recordemos que la Biblia en el Salmo 18:1-3 nos dice: “¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite! Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos”. 

 

 

El Señor realizó milagros poderosos por el camino del desierto y ante sus enemigos, y todas esas maravillas las hizo no para que su pueblo volviese atrás, sino para avanzar y conquistar sus planes. 

Cada acción de Dios debemos aprovecharla para crecer en la fe. Es Dios quien conduce a sus hijos y los lleva a su destino real. A lo mejor, el camino tenga obstáculos y gigantes por superar, pero el Señor nos ha prometido la victoria, él es fiel y todopoderoso, no fallará, él va contigo. No temas, él es tu escudo y fortaleza en todo tiempo. 

Todos los eventos gloriosos en la Biblia nos recuerdan el poder de Dios y fortalecen nuestra fe; nos dice Timoteo 3:16-17 “Toda la escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”.   (Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria).

 

 

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