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Dios escucha nuestro clamor, confía en él.

Dios escucha nuestro clamor, confía en él.  

A veces en nuestra vida diaria, en medio de las adversidades, pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros o que sus oídos se han cerrado a nuestras peticiones, porque después de mucho tiempo esperando, no tenemos respuesta. 

Cuando nos vienen a la mente estos pensamientos, debemos pensar que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos y debemos someternos a su voluntad y esperar en Él (Salmos 130:5).  

Su tiempo es perfecto y es posible que Él permita circunstancias difíciles en nuestra vida, porque será en este tiempo en el que seremos transformados, fomentaremos nuestra comunión con Dios, trabajaremos nuestra paciencia y aprenderemos que sin Dios no somos nada, que somos totalmente dependientes de Él y que para Él no hay nada imposible (Lucas 1:37).  

 

Sólo debemos confiar y tener fe (Hebreos 11:6), Dios recompensa a los que le buscan.  

La vida de Ana (mujer de Elcana) es un buen ejemplo de cómo Dios permite adversidades en nuestra vida y como Él obra milagros. Vamos a centrar nuestra mirada en el libro de Samuel, capítulos 1 y 2, para ver cómo vivía ella su día a día.  

Para situarnos en el contexto de cómo era la situación familiar que tenían, diremos que Elcana tenía dos mujeres; Penina la cual tenía hijos; y Ana que no tenía, era estéril.  

A pesar de que Ana gozaba del favor de Elcana, quien la amaba mucho y reservaba una parte escogida para ella, podemos observar, que la convivencia entre las dos mujeres era difícil porque, por lo que sigue diciendo el texto, Ana vivía una vida infeliz de amargura y llanto, en la que ni siquiera comía.  

Esta situación venía motivada en parte por Penina, su rival, quien disfrutaba irritándola, enojándola y entristeciéndola con el hecho de que el Señor no le había concedido hijos. Ana, en medio de la situación que vivía, decidió acudir a Dios, y oró desconsolada haciéndole la promesa de que, si le daba un hijo, lo dedicaría a Él todos los días de su vida.  

 

Aquí vemos que hay veces que, para recibir la bendición de Dios, debemos estar dispuestos a hacer, cambiar o renunciar en nuestra vida, a cosas que para nosotros son importantes; pero siempre teniendo especial cuidado a la hora de hacer promesas; ya que éstas deben ser cumplidas, porque como dice la Palabra en Eclesiastés 5:4-5  

“Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas”.  

Ana recibió la bendición en respuesta a su oración, ocurrió lo imposible, aun siendo estéril, tuvo un hijo, al que llamó Samuel, el cual, en cumplimiento de la promesa, fue entregado desde pequeño a la casa del Señor, a manos del sacerdote Elí.  

Después, podemos ver, en el capítulo 2, que Ana exalta, alaba y engrandece al Señor en motivo de su gratitud.  

Es importante dar siempre gracias a Dios por todo, porque hasta lo más insignificante de nuestra vida, proviene de Dios, todo es un regalo de Él, aunque pensemos que tenemos obligación de recibirlo cada día, no nos pertenece y es nuestro Padre quien por su misericordia y amor nos lo da a diario. Grande es su fidelidad (Lamentaciones 3:22-23).  

Escrito por Sara Cascado del Burgo. Revisado por Pastor Gonzalo Sanabria.  

  

Te invito a leer:  

1) En Cristo tenemos el poder para vencer

2) El Señor Jesucristo vuelve por ti

3) Sigue la dirección de Dios y te ira bien.

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