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La mansedumbre, uno de los frutos del Espíritu

Tema: La Mansedumbre, uno de los frutos del Espíritu.

 

 

 

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”, Mateo 5:5. 

La mansedumbre, se refleja a través de una conducta sobria ante escenarios provocadores de ira o enojo, no significa pasividad en situaciones en las que debamos accionar con valentía. 

Según nos dice la Biblia en Gálatas 5: 22, la mansedumbre es un fruto del Espíritu, y siendo un fruto, significa que es producto de un proceso previo; la naturaleza misma nos enseña que una semilla en el proceso de germinación muere, y como resultado nace una planta o un árbol, que da fruto, según su clase. 

De igual manera sucede en nuestra vida, cuando decidimos venir a Cristo Jesús, morimos a nuestro “yo”, para vivir para Cristo, guiados por su Santo Espíritu, quien produce en nosotros todos los frutos que glorifican su Nombre. 

Esto conlleva un modo y un tiempo, ya que el cambio en nuestro temperamento, no sucede de una manera automática, sino que a partir de entregarle nuestra vida a nuestro Señor Jesucristo, él comienza a formar nuestro carácter, y lo hace a través de procesos, cortos o extensos, muy difíciles o menos difíciles, dependiendo de nuestro temperamento; así también, será la clase de trabajo que el Señor hará con cada uno de nosotros, sus hijos. 

Tener mansedumbre no significa ser débil, sino por el contrario, significa tener dominio propio, dice en Proverbios 16: 32 “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”.

 

 

 

Nos dice también la Palabra del Señor, que no había hombre tan manso sobre la tierra como Moisés; este siervo de Dios, tenía un llamado muy especial, y en un principio quiso hacer las cosas a su manera, impulsado por su instinto; por lo que fue necesario salir del lugar confortable en el que estaba. 

Con el propósito de ser procesado en el desierto, con personas que nunca antes había conocido, y durante un largo tiempo, que duró cuarenta años, así es como el carácter de Moisés fue formado, y estaba listo para hacer las cosas a la manera de Dios; pudiendo así cumplir con la comisión que le fue dada. 

La voluntad de nuestro Padre Eterno, es formar en cada uno de nosotros el carácter de su Hijo Jesucristo, que aun siendo el Rey y Señor de los cielos y de la tierra, habitó en esta tierra en forma de hombre humillándose a sí mismo y mostró mansedumbre hasta la muerte. 

Por todo eso, fue exaltado hasta lo sumo, habiendo obtenido la victoria sobre el pecado, sobre el enemigo y sobre la muerte, pues aunque se hizo hombre nunca pecó, y después de ofrendar su vida a nuestro Padre Eterno, al tercer día resucitó y ha sido glorificado. 

Jesús es llamado “El Cordero de Dios” y también “El León de la tribu de Judá”. Significa entonces, que nosotros los hijos de Dios, debemos ser sumisos a nuestro Padre y a su palabra, y valientes contra el adversario, pues nuestro Señor es quien nos ciñe de poder para la guerra y nos da la victoria, por medio de nuestro Señor Jesucristo. 

Dejemos que el Señor obre en cada una de nuestras vidas, si se lo permitimos, él lo hará por medio del poder de su Santo Espíritu, si es necesario nos hará pasar también por momentos difíciles, pero nunca estaremos solos, él es fiel; y quiere que seamos fuertes, de manera que no seamos dominados por las emociones, ni por el egocentrismo, sino que accionemos en concordancia con sus propósitos.

 

 

 

Recordemos que sus promesas son fieles y verdaderas, y que si él ha dicho, que bienaventurados, o dicho de otra manera, tres veces dichosos, los que son mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad, es porque esa promesa contiene grandes bendiciones para ti y para mí; tanto ahora en esta tierra, como también en la tierra nueva que el hará. 

Por lo tanto, examinemos nuestro corazón, y no le demos lugar a la ira, a las contiendas, venganzas o cosas semejantes; como dice nuestro Señor Jesucristo: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”.  

Asegurémonos, que así como lo ha hecho con su pueblo Israel, también irá delante de nosotros como poderoso gigante, y que su gloria sea nuestra retaguardia. 

A ti, que en este día aun no le has rendido tu vida al Señor Jesucristo, quiero invitarte a que lo hagas ahora, no lo dejes para mañana, tu vida es preciosa y valiosa para el Señor, recíbelo como tu único Señor y Salvador, él hará grandes cosas en tu vida. 

Así que, en cada uno de nosotros, sea el poder de Dios exaltado, quien nos lleva de victoria en victoria, por medio de nuestro amado Señor y  Salvador Jesucristo. Amen.   (Escrito por Yesenia Aguilar. Editado por Pastor Gonzalo Sanabria).

 

 

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