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Cuidado con la ira, es mala consejera

Sermón: Cuidado con la ira, es mala consejera.

 

 

 

La palabra de Dios no advierte acerca de la ira. Cuando ésta se adueña del ser humano, genera locuras y grandes equivocaciones. La ira es una expresión o evidencia de la naturaleza pecaminosa en una persona que monta en cólera, dañando su entorno, y afectando su vida misma, por supuesto. 

Nos dice la Escritura en la Carta de Santiago 1:20 “porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. 

Un ataque de ira puede tener diversos orígenes, tales como una herida del pasado no sanada; un deseo de venganza; sufrir una injusticia; una decepción profunda o continuada; el deseo de imponer su razón o manera de pensar; entre muchas otras razones.      

Cuando llega el momento de auto reflexión, y ante los tristes resultados de un ataque de ira, queda clara la desaprobación divina hacia ella y sus funestas consecuencias. 

La palabra del Señor nos enseña además que en la ira del hombre no obra la justicia de Dios; es decir, un ataque de ira nos puede llevar a cometer actos de injusticia y maltrato, además de desdibujar al Cristo que habita en nosotros. 

Con toda razón, las Escrituras nos advierten muchas veces en contra de esta intensa pasión. La ira es un generador de violencia y siembra semillas de dolor, y ofensas que sólo Dios puede sanar.    

Como nos enseña Dios en su palabra, en el ser humano la ira es pecaminosa, ella es fruto de la naturaleza caída, nace en el egoísmo humano, y deforma la imagen de Dios en la persona cristiana. La Escritura nos recuerda, que más bien debemos ser guiados por la paz del Señor y hacer el bien.   

El Señor desea que seamos libres en todo sentido, incluso libres de la ira. El Espíritu Santo ha venido para instruirnos y ayudarnos a caminar en su fruto, esto es, el carácter de Cristo en nosotros.  

 

 

 

Debemos, con la ayuda de Dios, negarnos a nosotros mismos, a nuestros argumentos, a nuestros deseos propios, a nuestra manera de ser, para que el Espíritu Santo puede manifestar su carácter en nuestra vida, y así evitaremos dolores, vergüenzas y fracasos. 

Sin embargo, en nuestra vida con cierta frecuencia debido a la ira, dañamos o herimos a otros, a veces a los seres que amamos. 

Impulsados por nuestro ego u orgullo, deseamos hacer las cosas a nuestro modo, pero esto produce más bien tristezas, diferencias, choques, discusiones, etc; procuremos más bien hacer las cosas con el amor de Dios, con el carácter del Cristo en nuestro corazón. 

Debemos evitar que el enojo venga a gobernar nuestra vida, hagamos un alto y reflexionemos. Vamos a la presencia de Dios primero, y permitamos su gobierno y dirección, él siempre hará las cosas mejor.  

 

 

 

Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria. 

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