Estamos en tiempos finales

Estamos en tiempos finales. Romanos 13:10-14.

“El amor no hace mal al prójimo; así que el amor es el cumplimiento de la ley. Y esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarnos del sueño; porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos...  

La noche está avanzada, y el día está por llegar; desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. Andemos honestamente, como de día; no en desenfrenos y borracheras; no en lujurias y lascivias, ni en contiendas y envidias. Más vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para satisfacer los deseos de la carne”.

Debe el amor ser el motor de nuestro corazón, y por tanto el que dirige y motiva nuestras palabras y acciones. Recordemos que el Señor Jesús respecto a los tiempos finales dijo: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” Mateo 24:12.      

Estamos en los últimos tiempos y como iglesia debemos reconocerlo, es tiempo de vivir atentos y no consentir el sueño, no es tiempo de dormir sino de velar, no permitamos que el mundo nos adormezca y nuestros sentidos espirituales entren en un letargo, en el que la corriente del mundo nos arrastre sin darnos cuenta.     

Al considerar que el día se acerca, es decir la venida de nuestro Señor Jesucristo, debemos desechar las obras de las tinieblas y vestirnos las armas de la luz.  Este vestido espiritual resplandeciente molesta a las tinieblas, y éstas reaccionan criticando, generando burla, oposición y persecución.

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En aquel tiempo eran populares las fiestas bacanales. En el mundo griego y romano, las bacanales eran las fiestas al dios Baco, dios del vino, fiestas en las que se bebía sin medida. Las sacerdotisas de aquellas ceremonias eran llamadas “bacantes” y practicaban la prostitución, eran fiestas altamente inmorales y desenfrenadas.

Estas fiestas eran no sólo rechazadas por la ley de Dios sino condenadas. Fueron prohibidas por el estado romano, pues obtuvieron pruebas de que allí también se gestaban rebeliones contra la republica de aquel entonces.

Es fundamental entonces identificar que agrada a Dios y que no, pues somos hijos de luz y no hijos de las tinieblas. Por la naturaleza de Cristo en nosotros somos llamados a caminar en luz, es por eso que nos sentimos mal cuando andamos por caminos de tinieblas.

Somos hijos de Dios llamados a caminar como es digno de él, y en momentos de debilidad y desánimo debemos ir a su presencia allí seremos fortalecidos para avanzar en su nombre, él es bueno y fiel, nunca desampara a sus hijos. Gracias Señor Jesús por tu cuidado y amor. 

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Escrito por por pastor Gonzalo Sanabria.  

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