La ira qué es y cómo manejarla
Introducción: Algunos reyes y gobernantes han
dejado buena huella en la historia, pero otros han provocado catástrofes de las
cuales hoy día la humanidad siente vergüenza. Muchas de aquellas tristes y
dolorosas consecuencias nacieron en un arrebato de ira.
La ira es mala
consejera, la ira provoca locuras, por eso dice la Escritura: “Mejor es el que
tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que
conquista una ciudad” Proverbios 16:32. Es fundamental conocer la ira y cómo
controlarla…
La ira ¿Qué es y cómo manejarla?
1) Significado de la
palabra “ira”.
a) En el idioma griego la palabra “ira” se
traduce del término “orge” que además significa: pasión violenta; castigo,
enojo, venganza. La raíz de la palabra indica deseo o anhelo. Palabras que nos
dejan ver la intensidad de esta pasión, cuyo deseo es castigar o vengarse por
un daño u ofensa recibida.
b) Colosenses 3:8 “Pero ahora dejad también
vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras
deshonestas de vuestra boca”.
Este
pasaje nos anima a dejar aquellas cosas que no están de acuerdo a nuestra nueva
naturaleza como hijos de Dios. Por eso los versículos anteriores, es decir
Colosenses 3:5-7 nos recuerda cosas de la vida pasada y de las cuales debemos
despojarnos, y una de ellas es la ira.
Al
aparecer de primera la “ira” en éste listado que por el Espíritu Santo hace
Pablo en Colosenses 3:8 puede indicarnos que genera o propicia el nacimiento de
las otras que se mencionan después, es decir el enojo, la blasfemia, las
palabras deshonestas, etc.
2) La ira y las
palabras. Hechos 19:28-29.
“Cuando
oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: Grande es
Diana de los efesios. Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al
teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo”.
a) El contexto nos enseña que Pablo estaba
predicando en la ciudad de Efeso, muchos creían y Dios hacia milagros
extraordinarios por medio de Pablo. Los que hacían templecillos de la diosa
Diana de los efesios (y obtenían gran ganancia de esto) se molestaron
profundamente por la enseñanza de Pablo acerca de no adorar ídolos.
b) Llenos de ira empezaron a gritar a favor de su
diosa Diana de los efesios. Debemos destacar dos cosas que surgieron aquí por
la ira, es decir no sólo fueron palabra llenas de ira sino a un altísimo
volumen. Incluso llevados por la ira pensaron en hacerle daño a los cristianos
compañeros de Pablo: Gayo y Aristarco.
c) Con
frecuencia llevados por la ira caemos en el error de pronunciar palabras de las
que después nos podemos arrepentir toda la vida. Palabras no sólo necias, sino
expresiones que dan lugar a la muerte y al pecado. Palabras que hieren y
lastiman los corazones de las personas que amamos, es decir nuestra familia,
hermanos y amigos.
d) Cuando permitimos que la ira gobierne nuestro
corazón no sólo hablamos de manera incorrecta, sino que utilizamos un alto
volumen en nuestra voz y empezamos a gritar. Ya no es entonces una
conversación, sino un campo de batalla donde cada uno quiere derrotar al otro
con un volumen mes alto de voz.
e) Pareciera que el ganador será aquel que grite
más, asunto por supuesto equivocado. Pues la palabra de Dios nos dice: “La
blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el
furor” Proverbios 15:1; además nos dice la Escritura: “El necio da rienda
suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla” Proverbios 29:11. Es una
evidencia de madurez espiritual someter la ira al gobierno del Cristo que vive
en nosotros.
3) La
ira y nuestras acciones. Lucas 4:28-30.
“Al
oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose,
le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el
cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Más el pasó por en
medio de ellos y se fue”.
a) El Señor Jesús estaba predicando en la
sinagoga de Nazaret, y ante la incredulidad a su predicación y ministerio el
Señor los confronta, y todos en la sinagoga se llenaron de ira. Por eso muchas
veces vemos que cuando Dios nos confronta nos enojamos, nos justificamos, y
hacemos otras cosas que hacen evidente nuestra ira.
b) Impulsados por esa ira quienes estaban en la
sinagoga se levantaron de su lugar y echaron a Jesús fuera de la ciudad y lo
llevaron hasta la cima del monte para despeñarlo, una caída por supuesto
mortal, pero aquel no era el momento del Maestro y por eso “pasó por en medio
de ellos y se fue”.
c) Vemos
pues cuan intensa es la ira, ellos pensaron y planearon quitarle la vida a
Jesús. Lo vemos también en Caín quien le quitó la vida a su hermano Abel, y en
Absalón quien mató a su hermano Amnón. El mismo Esaú alimentaba su ira y deseo
de venganza esperando el día en que muriera su padre Isaac para quitarle la
vida a su hermano Jacob.
d) La carta de Santiago 1:20 nos dice “Porque en
la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. Otra versión dice: “El hombre
enojado no hace lo que le agrada a Dios”. Entonces la ira impide que el hombre
actué según el carácter justo y correcto del Señor; la ira es injusta, egoísta,
cruel y malvada, aspectos que no están de acuerdo a la naturaleza de Dios.
e) No podemos negar que cuando la ira toma el
gobierno de la persona ella experimenta una transformación en la que la
violenta fuerza hace daño y lastima a quienes están alrededor. Es una triste
transformación que sin duda luego nos avergüenza, transformación que desdibuja
al Cristo que vive en nosotros y que debemos presentar al mundo.
f) La
ira, el enojo, los deseos de venganza conducen al hombre a cometer graves
errores, locuras que pueden acabar con su vida. Estas semillas de muerte y
maldad germinan en un corazón que no decide perdonar, aquel corazón que no se
despoja de su enojo para poner todo en las manos de Dios. Es fundamental cuidar
nuestro corazón para que no sea campo del enemigo.
4) La ira, el amor y
el perdón. Efesios 4:31.
“Quítense
de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia”.
a) Efesios 4:31 nos permite ver que la ira afecta
a los cristianos, y es algo de lo que debemos despojarnos. Por eso dice el
texto “Quítense de vosotros” hablándoles a los hermanos de la iglesia de Efeso
en primera instancia, y hoy a nosotros. El cristiano puede ser atacado o
gobernado por la amargura, el enojo, la ira, la gritería, maledicencia o
malicia; gobierno que debemos evitar para que sea Cristo quien gobierne nuestro
corazón.
b) ¿Cuál es la diferencia aquí entre ira y enojo?
Recordemos que ira se traduce del término griego “orge” y enojo se traduce del
griego “thumos”, este segundo indica una explosión súbita por una indignación
interna, mientras que “orge” es más permanente pues tiene el objetivo de tomar
venganza.
c) Los
versículos anteriores y posteriores al 31, es decir Efesios 4:30 y 32
“Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención… Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó a vosotros en Cristo”.
Son
versículos que nos dejan ver que por la obra del Espíritu Santo y el amor de
Dios en nuestro corazón es posible caminar en perdón y misericordia. Como nos
enseña el versículo 30 éstas conductas contristan al Espíritu Santo. De manera
que estas cosas afectan nuestra relación con Dios y terminan afectando el fluir
del Espíritu de Dios en nosotros.
d) Por eso el consejo del Pablo “Quítense de
vosotros” estas cosas. Al despojarnos de esto, y poner las situaciones en las
manos de Dios será él quien se ocupe de cada asunto, y nosotros caminaremos en
perdón y bendiciendo a los demás, pues esa es la voluntad de Dios “Bendecid y
no maldigáis”. Recordemos que el amor cubre multitud de faltas.
e) La medida del perdón que el Señor espera de
nosotros hacia aquellos que nos ofenden o nos han ofendido es “perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” Efesios 4:32.
Por tanto nuestro perdón hacia el ofensor, no es condicionado, ni con multas, ni
con un historial del pasado, etc, debemos perdonar como en Cristo Dios nos
perdonó y arrojó nuestros pecados al fondo del mar y no se acuerda más de
ellos.
f) El
verdadero perdón sana el corazón de la persona lastimada, no recuerda el pasado
con dolor, no alberga escondidos deseos de venganza. El perdón no permite que
el corazón sea un terreno fértil donde pueda crecer la raíz de amargura. La ira
es todo lo contrario, pues esta hace que el corazón sea tierra apropiada donde
germina la amargura, el resentimiento, la enfermedad emocional y física, etc.
g) Por eso es vital seguir el consejo de Dios, es
decir despojarnos de la ira, del enojo y del resentimiento. Procuremos rendir
nuestro corazón a Dios, y que sea su paz la que gobierne nuestro corazón. No en
vano nos dice la Biblia que el gran mandamiento es el amor, aún hacia los
enemigos. Jesús dijo: “en esto consiste la ley y los profetas: Amarás al Señor
tu Dios con toda tu mente, con todo tu corazón, con toda tu alma… y amarás a tu
prójimo como a ti mismo”.
5) ¿Cómo derrotar la
ira?
a) Es
muy importante tener en cuenta aquí las palabras de Pablo a los efesios en las
que por el Espíritu Santo nos advierte sobre la importancia de tener dominio
propio y no permitir el gobierno de la ira sobre nuestra vida:
“Airaos,
pero no pequéis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo. Ni deis lugar al
diablo…”. Versículo que nos deja ver cómo la ira genera pecado, y puede echar
raíces en el corazón cuando no nos despojamos de ella rápidamente. La ira da
lugar al diablo, es decir ella abre las puertas de nuestra vida y de nuestra
casa a las heridas, a las ofensas, al resentimiento, al maltrato, sin duda una
atmósfera que genera destrucción.
b) Es pues fundamental para cada uno de nosotros madurar en Cristo y
someter la ira y las consecuencias lógicas de esta pasión. Procurando conocer
un poco más acerca de la ira podemos ver otras definiciones como:
La ira es aquel sentimiento interno de enojo que nos descontrola contra
otros.
La ira es una molestia en exceso que irrita y desea desquitarse.
La ira es un impulso de nuestro interior resultado de una molestia.
c) La ira fácilmente nos conduce a hacer grandes locuras, y ella dirige a
la necedad “No et apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo reposa
en el seno de los necios” Eclesiastés 7:9. La ira genera ofensas hacia aquellos
que nos rodean, incluso puede generar muerte. Pro todas estas cosas debemos
superarla, veamos algunas cosas que debemos tener en cuenta para derrotar la
ira:
1) Es
necesario reconocer que a veces damos rienda suelta a la ira.
2) Reconocer
que nos lleva a pecar delante de Dios.
3) Orar y
confesarlo delante de Dios.
4) Tomarse un
tiempo de quietud para reflexionar a la luz de la palabra de Dios.
5) Pedir perdón
a Dios y a aquellos que hemos ofendido o lastimado.
6) Rendir
nuestro corazón a Dios para que fluya su carácter más en nosotros.
d) Nos dice Santiago 1:19 “Por tanto mis amados hermanos, todo hombre sea
pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. Procuremos depender de
Dios, su amor y poder gobernando nuestro corazón nos ayudará para ser “tardos
para airarnos” es decir vendrán cosas y difíciles circunstancias pero podremos
con Dios tener dominio propio y vencer la ira.
e) Con la
ayuda de Cristo podemos vencer la ira, es muy importante someterla, cuando no
lo hacemos la cosecha será triste y los resultados serán el fracaso y la ruina.
Por la ira la familia sufre y puede acabarse, podemos perder nuestro
patrimonio, y las relaciones con los demás. Entonces acerquémonos a Dios,
rindamos nuestra vida al Señor y permitamos a él hacer su buena y poderosa obra
en nuestro corazón.
Conclusión: Mientras Cristo vuelve seguiremos luchando
contra nuestra naturaleza caída, esas pasiones seguramente van a querer
levantarse de nuevo, y es allí cuando debemos acudir a Dios, fortalecernos en
él, y permitir que el Cristo de la gloria que habita en nosotros gobierne
nuestro corazón, pues por él podemos vencer, y avanzar hacia lo que el Señor
nos ha preparado. En Cristo somos más que vencedores, y más grande es el que
está en nosotros que el que está en el mundo.
Escrito por pastor Gonzalo Sanabria.
Te invitamos a leer:
“El
necio al punto da a conocer su ira;
más
el que no hace caso de la injuria es prudente” Proverbios 12:16.
“Pesada
es la piedra, y la arena pesa;
más
la ira del necio es más pesada que ambas.
Cruel
es la ira, e impetuoso el furor;
Más
¿Quién podrá sostenerse delante de la envidia”.
Proverbios
27:3-4.
Excelente tema,gracias pastorGonzalo,soy Adventista del séptimo día y me gustan mucho sus temas
ResponderBorrarMuchas gracias Adrian por tu comentario. Dios bendiga tu vida y familia.
BorrarSabemos lo que tenemos que hacer, pero a través de estos estudios y sermones, recordamos y somos capaces de tomar consciencia de nuestros errores de forma diaria. No sé cómo agradecerle lo que necesito de estas páginas en mi vida, para utilizarlas de apoyo a mi lectura de la palabra del Señor. Muchísimas gracias por tanto como nos enseña en cada publicación (en sus libros y en sus estudios)
ResponderBorrarTe agradecemos Sara todos tus valiosos comentarios. Cada uno de ellos es una importante manera de apoyar este ministerio. Dios bendiga tu vida y familia. Muchas gracias.
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