La comunión con Jesús es muy importante
Introducción: Cuando descuidamos nuestra
comunión con Dios, no sólo nos fatigamos más en lo que hacemos y somos
vulnerables a la tentación o ataques del enemigo, también perdemos la capacidad
de discernir o hacer diferencia entre lo bueno y lo malo. Buscar a Dios nos hace
fuertes, sabios y eficaces en el cumplimiento de la voluntad divina para
nuestra vida…
La comunión con Jesús es muy importante.
Nos enseña Juan 21:7-8 “Entonces aquel
discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: Es el Señor. Simón Pedro, cuando
oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se
echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red
de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos”.
Los discípulos estaban pescando en el mar de
Galilea, durante toda la noche no habían pescado nada, pero Jesús resucitado se
aparece en la playa (ellos no lo habían reconocido) y les dice “Echad al red a
la derecha de la barca” y atraparon muchos peces
Es muy interesante ver que Juan (quien era
“aquel discípulo a quien Jesús amaba”) lo reconoció, recordemos que Juan
desarrolló una cercanía muy especial con el Señor, asunto que seguramente le
permitió conocerlo mucho más, y ahora es él quien reconoce a Jesús y le dice a
Pedro: “Es el Señor”.
Una persona de comunión con Dios no tiene
dificultad para reconocerlo en sus diversas maneras de actuar.
Nuestra amistad con Dios no solo nos genera
bendiciones y nos asegura su respaldo, sino que nos permite conocer muchas
cosas secretas y profundas de Dios. Cosas que ojo no vio, ni oído oyó son las
que Dios ha preparado para los que le aman. La revelación del Señor a sus hijos
requiere comunión con él, en ese espacio somos equipados para avanzar en la dirección correcta.
Seguidamente nos dice la Biblia que Pedro
quien se había despojado de su ropa, ahora se viste y se lanza al mar. Él no
quiso esperar hasta llegar con la barca a la playa, ésta se demoraría mucho
más, él quería estar pronto con su Maestro. Cuando conocemos y amamos a Jesús,
nuestro corazón sólo está tranquilo y satisfecho cuando está con él.
La distancia que había entre la barca y la
playa era de doscientos codos (versículo 8). Según la tabla de medidas un codo
equivale a cuarenta y cinco centímetros, hablamos entonces de noventa metros.
Seguramente el lugar donde estaban era
profundo, la profundidad promedio de éste lago es de veinticinco metros, pero a
pesar de la distancia y de la profundidad era tal el deseo de Pedro de estar
con el Señor que se lanzó al mar, y nadando vino hasta su Señor.
Conclusión: Éste milagro es sin duda una oportunidad en la que Jesús nos enseña
que él tiene cuidado de sus hijos, nunca los desampara, más bien los alienta a
seguir adelante para cumplir con su propósito. Vemos en Pedro un testimonio de
aquel que anhela la presencia de Jesús y lo busca con intensa pasión.
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