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Dios sabe a donde te lleva

Dios sabe a donde te lleva.
Introducción: Ante un obstáculo o dificultad surgen diversas reacciones, desde enojarse hasta desear renunciar a todo, pero la Biblia nos enseña que son los valientes y esforzados los que alcanzan grandes cosas para la gloria de Dios y gozo de sí mismos. 

Ante los gigantes y grandes murallas de Canaán Dios le dijo a Josué: “Esfuérzate y se valiente”. Es Dios mismo nuestra fortaleza y su presencia nos asegura toda victoria. La fe en Dios se evidencia en nuestra manera de hablar, por eso evita la murmuración y la queja, confía en el Señor…
   

Sermón: DIOS SABE A DONDE TE LLEVA.


Una y otra vez la Biblia nos advierte sobre la importancia de evitar la murmuración. Después de partir de Elim el pueblo de Israel llega al desierto de Sin, y allí lamentablemente murmuran con enojo, Éxodo 16:2

“Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto”.  

Algunas veces el camino escogido por Dios no nos gusta, o su manera de actuar provoca nuestros cuestionamientos, o peor aún podemos llegar a murmurar contra la voluntad del Señor.

La Biblia nos dice que Israel “murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto”, Dios estaba dirigiendo a su pueblo a través de ellos, pero Israel no logró entender esto, y por eso murmuran contra el camino que Dios mismo les ha trazado.

El versículo tres de Éxodo dieciséis nos muestra las palabras que dijeron los israelitas en medio de su murmuración: “Y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”.

Palabras que dieron lugar a la muerte y lamentablemente así ocurrió, ellos murieron en el desierto, sólo los mayores de veinte años entraron a la tierra prometida con Josué y Caleb. El desierto era una etapa del camino, y el maná era la provisión temporal de Dios para aquella etapa, pero su destino era la tierra de la abundancia, la tierra que fluye leche y miel, sin embargo ellos no lo veían así. 

La frase: “Nos habéis sacado a este desierto para matarnos de hambre”, es una expresión que nos deja ver su enojo e impotencia al no poder tener lo que querían, ni en el tiempo que deseaban.

Más bien debemos seguir el ejemplo de Job, quien a pesar de su difícil situación no murmuró contra Dios, y por eso el Señor dijo: “Mi siervo Job ha hablado de mí con rectitud”. 



La Biblia está llena de promesas de bendición para aquel que clama a Dios. El Señor bendice y honra a sus adoradores, pero cuando hacemos a un lado la adoración y damos rienda suelta a la murmuración, no mostramos más que un corazón desagradecido, egoísta e infantil, pues se enoja y protesta porque su padre no le da lo que quiere.

El versículo uno de éste capítulo dieciséis nos muestra que hacía 45 días habían salido de Egipto con señales y maravillas, dice la Biblia: “… a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto”.

En el capítulo anterior (capítulo quince de Éxodo) habían cantado “Jehová echó a la mar al caballo y al jinete” pues Dios les abrió el Mar Rojo y allí cayó el ejército del faraón. Además versículos antes de la porción que leemos ahora, Dios les había endulzado las aguas amargas de Mara, pero todo esto se olvida en segundos y surge con fuerza y enojo la murmuración contra Dios.

Por eso es importante mantener presente los milagros que Dios ha hecho, y no olvidar cómo nos ha cuidado y bendecido, pues él no cambia y así como nos ayudó en el pasado lo hará en el presente y futuro. Las victorias de ayer deben fortalecer nuestra visión del futuro, en él somos más que vencedores. Dios sabe a dónde te lleva.

Conclusión: Es muy interesante recordar que la tribu que marchaba delante de todo Israel por el desierto era la tribu de Judá, cuyo nombre significa alabar, alabanza, pues esto nos recuerda que así se cruza o supera el desierto. Cuando decidimos alabar y adorar a Dios en todo tiempo el camino es más fácil, pues no te concentras en el problema sino en el poder y grandeza de Dios.



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