Jesús fue al desierto por varios motivos

Introducción: El desierto aparece muchas veces en la Biblia, y representa prueba, dificultad, obstáculo por superar, escenario de enseñanza divina, lugar o tiempo en donde nuestro corazón es examinado por Dios, etapa necesaria en la que el cristiano es formado, etc. 

El mismo Señor Jesús estuvo en el desierto, y él venció, y hoy día por cuanto él vive en nosotros también podemos vencer…   

Sermón: Jesús fue al desierto por varios motivos.

Mateo 4:1-4, 11.

“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios…”. “El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”. Podemos ver varias razones:    

a) Para resistir al diablo.  

b) Para ayunar y soportar la tentación.

c) Para ver lo espiritual.

Entonces en éste desierto se cumplieron varios propósitos del Padre Celestial. Como hijos de Dios es necesario identificar los propósitos del Señor. Fue el mismo Espíritu Santo quien lo llevó allí.

Fue un tiempo de confrontación espiritual, usó armas como el ayuno, la palabra de Dios, la oración, la autoridad, a través de sus sentidos espirituales vio tanto al enemigo como a los ángeles de Dios que vinieron a servirle.

Entonces el desierto puede ser un tiempo al que Dios nos lleva para forjar en nosotros su carácter, para fortalecernos y equiparnos como guerreros de su ejército, para crecer en oración y ayuno, para activar nuestros sentidos espirituales, así como para crecer en la fe.

Vemos que después de aquel desierto el Señor Jesús entró en un nuevo nivel de poder y autoridad, ya que fue sanando y predicando en todas aquellas aldeas, ciudades y sinagogas, Mateo 4:14-15 (los versículos anteriores del 1-13 nos narran su tiempo en el desierto).   


      

Conclusiones: No murmuremos como hizo Israel en el desierto, no deseemos la muerte como hizo Elías pasando por el desierto huyendo de Jezabel, no pensemos que todo se acabó como quizá lo pudo pensar Moisés, más bien permitamos a Dios su obra en nuestro corazón.

Vamos a la presencia del Señor para renovar nuestra fuerza y gozo, para fortalecer nuestra confianza en él, pues sabe muy bien lo que hace, él sabe a dónde nos lleva, y sin duda es el mejor destino, por cuanto nos ama.            
     

(Escrito por pastor Gonzalo Sanabria). 

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