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CUIDA LA BENDICIÓN DE DIOS

Sermón: Cuida la bendición de Dios.
Introducción: Dios le entregó a Adán la administración del Edén, lamentablemente las cosas terminaran mal. Igualmente hoy el Señor sigue entregando bendiciones a sus hijos y es fundamental administrar bien lo que Dios nos da, pues aquel que es fiel en lo poco sobre mucho el Señor lo pondrá…  


Sermón: Cuida la bendición de Dios.


Cita: Éxodo 12:37-38 “Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado”.  

Nota 1: Gracias al Señor por sus bendiciones, y debemos cuidarlas y administrarlas correctamente. Vemos aquí en primer lugar que como Dios lo dijo así lo hizo, él había multiplicado a Israel en gran manera. El versículo 37 nos habla de seiscientos mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Así que el total de personas podía fácilmente ser de dos millones. Poderoso es Dios, pues la Biblia nos enseña que a todos el Señor les dio agua y comida en el desierto por cuarenta años (es de tener en cuenta que también comían sus ganados).


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Nota 2: Según el versículo 38 Israel no sale sólo de Egipto, dice la Biblia que “subió con ellos una gran multitud de toda clase de gentes, ovejas y muchísimo ganado”. Sin embargo Dios no había dicho esto ¿por qué lo hicieron? Creo que como cuando Dios le dijo a Abraham “Sal de tu tierra y de tu parentela” pero Lot fue con él, quizá le dio pena decirle que no fuera, o tuvo lastima dejarlo, o por cariño o amistad, en fin…

El hecho es que ésta multitud más adelante fue tropiezo para el mismo pueblo de Israel, veamos Números 11:4-6, ellos no eran pueblo de Dios se habían mezclado con los hebreos, ellos aprovecharon la salida de Israel de Egipto, pero no creían en Dios, ni le seguían. Su corazón no rendido a Dios se rebelaba contra la voluntad del Señor, y los israelitas cayeron en la misma actitud menospreciando el pan del cielo que Dios enviaba (el maná).    

Nota 3: Los resultados de ésta situación podemos verlos en Números 11:10, 31-33. Varias cosas importantes debemos destacar aquí:

a) Dios respondió enviando millones de codornices. Para el Señor no hay nada imposible. Lo triste es que éste milagro no fue el resultado de una oración o de una adoración, sino como respuesta a la queja y murmuración del pueblo mezclado.

b) El que menos recogió hizo diez montones. La palabra montones se traduce del término hebreo “kjomer” que también significa: homer. El homer es la medida más grande de capacidad hebrea e indica 220 litros. Ya que un litro pesa un kilogramo, concluimos que el que menos amontonó tuvo (220 x 10) 2200 kilos, o más de dos toneladas de codornices.    

c) Mientras comían sin medida, aparece una plaga entre el pueblo y muchos murieron. La abundancia material no significa aprobación divina, creo firmemente que Dios nos quiere bendecir abundantemente, pero esto siempre debe ser como él manda y no como nosotros queremos y cuando queremos. Dios todo lo hace bien en su tiempo y a su manera.

d) La Biblia nos dice en el versículo 34 que a aquel lugar se le llamó: “Kibrot-hataava” que significa: Tumbas de la gula. Cementerio de la codicia. El antídoto de la codicia es el amor: Romanos 13:8-10. Jesús dijo: “El que ama, mi palabra guardará” y el principal mandamiento es “Amarás al Señor tu Dios con toda tu mente, con todo tu corazón y con toda tu alma… y a tu prójimo como a ti mismo”.

El amor es un motor que nos acerca a Dios y genera obediencia fiel en nuestro corazón a él. El amor es el poder más grande de Dios, es tan inmenso que sólo empezamos a conocerlo, y en la eternidad seguiremos aprendiendo. Por eso oremos diciendo: Dame Dios mío más de tu amor, lléname de tu amor para amarte, seguirte, y amar a los demás como tú quieres que lo haga. Dame amor por mi familia y por todo aquello que tu amas”.                 

Conclusión: El Señor desea lo mejor para sus hijos, a veces cuesta entender la obra de Dios, pero lo más importante es seguir creyendo en su bondad, él sabe lo que hace, y al final veremos su bendición. Sigamos con amor y diligencia su voluntad, las bendiciones vendrán por añadidura.        

(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria).


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