La ira nos aleja de Dios Biblia
Introducción: (La ira nos aleja de Dios)
Cuando la ira o el enojo gobierna el corazón del hombre aun su rostro
experimenta cambios. La ira nos transforma y actuamos alocadamente, nos
perdemos bendiciones. Por un momento de enojo Moisés se perdió la entrada a la
tierra prometida, Dios le dijo: “Por cuanto no me santificasteis delante de los
hijos de Israel no meteréis ésta congregación en la tierra que les he dado”. La
ira nos impulsa a hacer cosas que no convienen, por eso es tan importante que
la paz de Dios gobierne nuestro corazón…
La ira y el enojo nos alejan de Dios
Texto bíblico: Jonás 4:9 “Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la
calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte”.
1) El enojo nace por ofensas, decepciones,
abuso, maltrato, etc (Jonás 1:1-3).
Nota
1: Nínive
era la capital del imperio Asirio, avanzaba con poder sometiendo los pueblos e
Israel mismo sería tomado por Asiria algunos años después. Su ejército se
destacaba por su gran violencia y maldad. De hecho la historia enseña que
fueron los más brutales y sanguinarios (usaban torturas, decapitaciones,
descuartizamientos, etc) para mantener la represión sobre los pueblos
sometidos.
Nota
2: Tal
vez estas acciones produjeron resentimientos en el corazón del profeta y por
nada del mundo consideraba que eran dignos del perdón de Dios. A veces, por las
ofensas recibidas podemos caer en el error de concluir que los otros no merecen
el perdón y deben ser castigados por el Señor. El enojo nos convierte en
jueces, y el verdadero juez es solo es uno: Dios, a nosotros se nos ha
encomendado perdonar.
2) La ira nos impide ver las cosas como
Dios las ve (Jonás 3:10 y 4:1).
“Y vio Dios
lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal
que había dicho que les había de hacer, y no lo hizo.
Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó”
Nota
1: La
Biblia nos enseña que los ninivitas escucharon el mensaje del profeta Jonás y
se arrepintieron, ayunaron y buscaron a Dios. Sin embargo el profeta esperaba
la destrucción de la ciudad, él no lograba ver las cosas como Dios las estaba
viendo. Jonás se llenó de tristeza al ver que la ciudad seguía en pie. Es lo
que nos sucede muchas veces, cuando habiendo sido ofendidos esperamos el juicio
de Dios sobre aquel que nos ofendió, pero más bien vemos que nada ocurre.
Nota2:
La
biblia nos dice que el profeta “se enojó”. La voluntad de Dios es la que debe
hacerse en nuestra vida, eso lo decimos todos. Algunas veces veremos que su
perfecta voluntad no es propiamente lo que esperamos y puede provocar diversas
reacciones, pero debemos evitar la murmuración, la ira y el enojo pues Dios
sabe lo que hace y todo lo hace muy bien, su voluntad es vida, bendición y
reposo para nuestro corazón.
3) El enojo puede llevarnos a hacer
oraciones equivocadas (Jonás 4:2-3).
“Y oró a Jehová, y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía
estando aún en mi tierra? Por eso me precaví huyendo a Tarsis; porque sabía yo
que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de
grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, oh Jehová, te
ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.”
Nota
1: Nos
dice la Biblia “Oró a Jehová” revelando la razón por la que había huido a
Tarsis y él no quería que Dios los perdonara ¿Será posible que nuestro corazón
en algún momento desee que Dios no perdone a alguien? Sí, lo vemos en éste
caso. El corazón del cristiano puede dejarse llenar de enojo tanto que pierde
la visión misericordiosa de Dios. Desea tanto la venganza que no contempla la
opción del perdón, desea tanto ver mal en el otro que no considera la bendición
para él.
Nota
2: Vemos
en el versículo 3 que Jonás le pide a Dios que le quite la vida. Es tal su ira que
prefiere morir que seguir viviendo. Algunos comentan que el profeta no quería
perder su reputación, pues dirían: “¿cómo es posible que Jonás sea instrumento
de salvación para los enemigos?”. El enojo nos lleva a decir cosas que luego
nos harán daño (el profeta decía “mejor me es la muerte que la vida”).
4) El enojo y la ira nos hace soberbios y
orgullosos (Jonás 4:4-5).
“Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto? Entonces
salió Jonás de la ciudad, y asentó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo
allí un cobertizo, y se sentó debajo de él a la sombra, hasta ver qué sería de
la ciudad.”
Nota:
La
Escritura no registra respuesta del profeta a Dios cuando le dijo ¿“Haces tú
bien en enojarte tanto?”. Jonás estaba enojado porque las cosas no se hacían a
su manera. El enojo nos lleva a ser egoístas, impositivos y soberbios y
orgullosos. La ira nos puede llevar a pedirle a Dios que castigue a otros,
cuando Jesús dijo: “amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen”.
Conclusión: El
enojo es ese disgusto interno porque las cosas no se hacen como queremos. La
ira es esa expresión manifiesta de enojo y resentimiento que transforma nuestro
ser y nos lleva a cometer locuras. Por eso Jesús nos aconseja: “aprended de mí
que soy manso y humilde de corazón”. Permitamos que la paz de Cristo gobierne
nuestro corazón.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria.
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La
ira nos aleja de Dios – Biblia.
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