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ENCUENTRO A SOLAS CON DIOS

ENCUENTRO A SOLAS CON DIOS
En medio de tanto quehacer y ante las altas velocidades y desarrollo del mundo de hoy el hijo de Dios se ve inmerso en un activismo que puede socavar la vida de comunión con el Señor sino se manejan correctamente las prioridades. 

La Biblia nos enseña que aquellas personas que impactaron con su vida y alcanzaron logros significativos para Dios fueron hombres y mujeres de altar, personas que procuraban el tiempo o encuentro a solas con Dios, Jesús mismo se apartaba a orar. 

Recordemos la promesa: “entra a tu aposento y cerrada la puerta ora a tu Padre que ve en secreto y él te recompensará en público”…    





Pero cuando agradó a Dios… me llamó por su gracia… no subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después,  pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor” Gálatas 1:15-19.

Quiero antes de iniciar el devocional de hoy agradecerte por seguir y leer nuestras publicaciones. También informarte que gracias a Dios hemos construido 100 sermones nuevos que estaremos publicando en nuestro sitio: www.estudiosysermones.com uno cada día hasta publicar todo éste nuevo material (luego continuaremos publicando normalmente). Esperamos que estos 100 sermones o bosquejos sean de bendición y edificación. Muchas gracias por tu apoyo y respaldo en el desarrollo de éste servicio y ministerio.       

ENCUENTRO A SOLAS CON DIOS

El texto de hoy (Gálatas 1:15-19) nos enseña cómo el apóstol Pablo recién convertido al Señor, decide viajar a Arabia y posteriormente a Damasco, periodo en el que transcurrieron nos dice la Biblia tres años, y posteriormente va a Jerusalén. Éste tiempo podemos verlo como un “periodo para estar a solas con Dios, un tiempo para reflexionar y concientizarse de todo lo que implicaba su llamado como apóstol del Señor”.  

Hablamos entonces de un tiempo de revelación y conocimiento personal y especial de Dios, también hablamos de conocerse a sí mismo y conocer a los otros (es un tiempo o periodo para mirar al Señor y reconocer nuestra humana condición y realidad interna, es un intervalo de tiempo de soledad donde no se trata de los otros, sino de mí). Es un tiempo donde nuestros ojos “miran hacia adentro”. Esto ocurre cuando tenemos ese tiempo o encuentro a solas con Dios.   



   
No fue un tiempo de mucha vida social para Pablo, más bien vemos que fue todo lo contrario. Lo más probable es que en ese tiempo no sólo buscó conocer más a Dios sino que procuraba la revelación de la Gracia que predicaría el resto de su vida. Sólo aquel que está plenamente convencido de su necesidad de Dios sabe cuánto lo necesitan los demás. 

No era el tiempo del ministerio público, no era el tiempo de las multitudes, era tiempo de revelación y formación en la intimidad con Dios. 

Consideremos también el caso de nuestro Señor Jesús. Él creció cómo cualquier otro judío, y en su niñez fue enseñado en la Tora; como joven hebreo aprendió un oficio, en éste caso el de José (su padre adoptivo): la carpintería (un carpintero era un artesano, constructor, o uno que trabaja la madera, especialmente construyendo arados, yugos, puertas, ventanas, techos, entre otros, sus herramientas esenciales eran: la regla, el cepillo, el compás, el serrucho y martillo, el cincel, etc).

Durante éste tiempo seguramente Jesús, desde su humanidad, adolescencia y juventud, vivió y desarrolló cosas cómo:

a) Sujeción: de su niñez la Biblia nos enseña que Jesús: “estaba sujeto a ellos” (a José y María) y esa sujeción continuo en el taller de carpintería. 

b) Crecimiento y aprendizaje. Aprender el oficio de carpintero seguramente requirió tiempo y una actitud enseñable.

c) Jesús se movió en los tiempos de Dios, pues estuvo en casa de ellos y trabajando con José hasta que el Padre celestial lo determinó (el ministerio de Jesús no empezó a los 27 años, ni a los 29, era a los 30 años como ocurrió).




d) Jesús comparaba lo que hacía con la obra de Dios en cada persona, por ejemplo una tradición judía enseña que él hacía arados y yugos en madera (recordemos que Israel era esencialmente agrícola y ganadero) por eso cobra relevancia recordar aquí que el Señor dijo:

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” Mateo 11:28-29 (Esto nos enseña cuan pesado o duro es enfrentar las consecuencias de la desobediencia). 

e) Lo más probable es que allí en la carpintería, el Señor Jesús no sólo hacía éstas cosas, sino que también reparaba y restauraba piezas dañadas (base y fundamento de su ministerio y del plan de redención y restauración que vino a cumplir).

f) No era el tiempo del ministerio público, no era el tiempo de las multitudes, era el tiempo de aprender en casa, fue el tiempo de fortalecer y desarrollar esa comunión íntima con el Padre celestial que lo caracterizó a lo largo de su ministerio terrenal y sin duda fue el secreto de un caminar sobrenatural y de un impacto trascendente que hoy día sigue siendo el ejemplo y vida para todos nosotros.      

Reflexión final: El propósito de Dios es que cada día seamos más como su Hijo Jesús, por eso trabaja con Su amor y poder dándonos la forma que él ha diseñado para nuestra bendición. Jesús tiene el poder para restaurar, sanar y renovar lo que ha sido dañado en cada persona. 

En esencia Dios es bueno y debemos confiar en esa bondad disponiendo nuestra vida en Sus manos, porque él sabe lo que hace y nadie lo hace como él. Valora el tiempo de tu encuentro a solas con Dios.  
(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria)
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