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EL DIOS DE MI ALEGRÍA

EL DIOS DE MI ALEGRÍA
La alegría o gozo del creyente es el mismo Señor. Recordemos que la Escritura nos dice por ejemplo: “Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío”, Salmo 43:4. Vemos entonces que ésta alegría o gozo está ligada a Dios mismo. 

El vivir en Su voluntad nos llena de Su gozo, por eso el Padre celestial también dijo de Jesús: “Éste es mi Hijo amado en el cual tengo complacencia”, frase que también significa: “Me gozo en mi amado Hijo” ¿Por qué el Padre se goza? Porque el Hijo vivió para Su voluntad. Jesús amó hacer la voluntad de su Padre celestial, entonces el gozo del Hijo era el gozo del Padre... 

EL DIOS DE MI ALEGRÍA   

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” Hebreos 12:2.

Tengamos en cuenta primero el significado de la palabra gozo desde la Biblia. En el escrito del Antiguo Testamento el gozo es alegría, bienestar, deleite, júbilo, regocijo, expresión acompañada de moralidad y rectitud. En el Nuevo Testamento el gozo tiene como significado la  alegría, el deleite y la complacencia.        

Jesucristo es nuestro ejemplo y modelo. En el pasaje de hoy (Hebreos 12:2) podemos ver la fuerza o poder del gozo, pues vemos que llevó al Señor Jesús a la victoria en la cruz del calvario, por el gozo soportó el dolor de la crucifixión, y venció el oprobio de los hombres. 

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Nos dice el texto bíblico: “sufrió la cruz”, aquí la palabra “sufrir” significa resistir, soportar y el término “oprobio” significa: deshonor, injuria y deshonra. Por el gozo, el Señor Jesús pudo resistir la cruz y tuvo en poco los insultos. El gozo del Señor en nuestro corazón nos fortalece ante las diversas dificultades. Te invito a leer: “Juan Se Convierte En El Apóstol Del Amor”.    

Los hijos de Dios debemos ver lo que Dios ve. Vemos en la parte final de Hebreos 12:2, que se nos dice que después de esto (la crucifixión y muerte del Señor) Jesús se sentó a la diestra del Padre Celestial. Esa era la visión del Hijo, porque era el plan del Padre (Señor ayúdanos a ver lo que tú ves).

Recordemos por ejemplo que el pueblo de Israel anduvo por el desierto e iba camino a la tierra de la abundancia, pero al mantener una visión escasa y de fracaso, fortalecía continuamente la incredulidad en su corazón; las dificultades y pruebas del camino produjeron en ellos una continua queja y murmuración.

Ellos no miraban por la fe la tierra de la abundancia, y por eso los recuerdos del pasado (de Egipto) y el miedo, los hacía pensar y desear volver atrás, y renunciar al camino que ya habían empezado.      

No olvidemos que la amargura y el resentimiento impiden disfrutar el gozo o la alegría en Dios. Por ejemplo el profeta Jonás recibe de Dios una encomienda: conquistar una ciudad con Su mensaje. Sería usado cómo fiel profeta del Jehová Dios. 

Pero el corazón del profeta estaba resentido, había albergado en su corazón la amargura, y por eso quería venganza. Por todo esto a Jonás se le convierte en una amargura esa encomienda divina.        

Cuando no está la alegría o el gozo en Dios, hay frustración y enojo. La Biblia nos enseña que el profeta Jonás se enojó, él se sintió frustrado, pues vio que Dios había perdonado a los ninivitas. La Biblia nos dice: “Pero esto disgustó mucho a Jonás, y lo hizo enfurecerse”, y le dijo al Señor: 

“Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!” (N.V.I Jonás 4). Vemos entonces que la falta de perdón, la amargura y  resentimiento, le impidieron al profeta experimentar la alegría en Dios por la salvación de todos los ninivitas.

Reflexión final: El resentimiento consume la vida del corazón como una planta parasita que se alimenta de los nutrientes del árbol donde se hospeda. Dios quiere llenar nuestros corazones de Su alegría y gozo, perdonemos al ofensor, aceptemos la disciplina de Dios, asumamos de la mano del Señor nuestras responsabilidades, y él nos guiará por el camino de la perfección, y poder decir “Él es el Dios de mi alegría”.  

(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria) 

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