PASIÓN POR DIOS

PASIÓN POR DIOS
La pasión por Dios hizo que se destacaran hombres y mujeres en la Biblia, por ejemplo Moisés quien descendió del monte Sinaí con su rostro resplandeciente a causa de la gloria de Dios en él, y la misma Escritura nos dice que esto pasó por que había hablado con Dios: “no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios” (Éx. 34:29). 

La pasión por Dios, la búsqueda de Su presencia provocará los más grandes cambios que ser humano se pueda imaginar, pues ante Él nada será igual…    




PASIÓN POR DIOS 

“Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí” 2 Reyes 2:9. 

Es fundamental mantener un profundo anhelo por la presencia de Dios. En esa decisión de buscar al Señor debemos echar mano de la perseverancia ante las dificultades que esto implica. Podemos ver a la luz del contexto del pasaje de hoy que por lo menos en tres ocasiones el profeta Elías le pide a Eliseo que se quede, pero éste persevera siguiendo a su maestro y no lo descuida, pues sabe que pronto Elías será llevado al cielo.   

El profeta Eliseo deseaba una doble porción del Espíritu Santo que reposaba sobre el profeta Elías. Tengamos en cuenta que en el Antiguo Testamento el Espíritu de Dios venía sobre los hombres, pero en el Nuevo Testamento vino a morar en los hijos de Dios (hoy somos templo del Espíritu Santo, cosa que no sucedía en el A.T.) pero aun así vemos que hombres como el profeta Elías y Eliseo conocían de manera íntima al Espíritu de Dios. 

El profeta Eliseo quería más del Espíritu, tenía pasión por Dios, podemos ver esto como una bendita insatisfacción. Así nuestro corazón debe ser agradecido por todo lo que hemos recibido de Dios, pero al mismo tiempo debemos mantener un profundo anhelo por Su presencia, cuando ese deseo personal por Dios se pierde, aparece con toda su fuerza el peso de la religión y la agotadora rutina eclesial.




Dios derramó sobre Eliseo la doble porción que tanto anheló y por la que perseveró. Ante el poder el corazón humano puede caer en la soberbia y orgullo, por eso Dios requiere de sus siervos un corazón humilde para seguir siendo vasijas útiles en Su mano y dar gloria y honor siempre, pues todo viene de Dios y lo que logramos es por Su gracia y misericordia.

Esa actitud mansa y humilde la vemos en el profeta Eliseo cuando los discípulos reconocieron que la doble porción reposó sobre él (2 Reyes 2:15-17). Eliseo no procedió con soberbia ni con imposición, él valoró el equipo (quiero decir el grupo de discípulos que seguían a Elías). Él actuó con sabiduría y Dios demostró que se movía a través de él.

Un líder no se impone a la fuerza, más bien inspira a su equipo, ese es el liderazgo que vemos en Jesús, los apóstoles dieron su vida por el Maestro, no por miedo a él, sino por amor y gratitud. 

Un líder tiene en cuenta que no trabaja solo, que sus beneficios no son individuales sino grupales, que es necesario el amor, para tener paciencia y tolerancia, porque el trabajo en equipo es esencial, y sus resultados siempre serán mayores.

Un líder debe tener ante todo pasión por Dios y un corazón manso y humilde; pues la pasión por el Señor lo fortalecerá para perseverar en todo tiempo y la humildad lo sostendrá en las alturas donde Dios lo ponga, pues a mayor altura más fuertes son los vientos.   




Reflexión final: Sin duda debemos tener en cuenta estos tres factores: pasión por Dios (que transforma el corazón), anhelo por el poder de Dios manifestado (señales), y trabajar en equipo procurando que Dios sea glorificado.
(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria)
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