EL MENSAJE A ÉFESO
El mensaje de Jesús a las siete iglesias de Asia
menor, no ha perdido su vigencia, sigue siendo actual (pues Su palabra
permanece para siempre). La iglesia de hoy requiere más que nunca valorar el
consejo de Dios encerrado en éstos dos capítulos del Apocalipsis.
Es un mensaje para la iglesia de ayer, de hoy y de mañana. En éste caso (iglesia de Éfeso) hablamos de una iglesia con muchas obras, pero cuyo corazón hacia Dios se había enfriado…
Es un mensaje para la iglesia de ayer, de hoy y de mañana. En éste caso (iglesia de Éfeso) hablamos de una iglesia con muchas obras, pero cuyo corazón hacia Dios se había enfriado…
EL MENSAJE A ÉFESO
“Escribe al
ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su
diestra, el que anda en medio de los
siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia… y has
sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi
nombre, y no has desmayado” Apoc. 2:1-3.
Éste pasaje nos recuerda que el Cristo glorificado
cuida de su iglesia y habita en medio de ella. La expresión “el que tiene las
siete estrellas en su diestra” hace referencia al cuidado de Dios por sus
siervos y sus hijos (éstos son las estrellas), quienes están en la mano del
poder y la autoridad del Señor (ésta es su diestra).
“El que anda en medio de los siete candeleros”,
recordemos que los siete candeleros de oro representan a las siete iglesias (la
plenitud de todas las iglesias locales) y el Señor Jesucristo anda en medio de
ellas.
Las bendice y les da vida con su presencia, porque él “cuida y sustenta a su iglesia” y su deseo es gobernarlas (podemos recordar aquí también que el tabernáculo estaba ubicado en medio de las doce tribus, tres al norte, tres al sur, tres al oriente y tres al occidente, cuando acampaban en el desierto, entonces vemos a Dios expresando su deseo de ser el centro de su pueblo). Te invitamos a leer: “Jesús La Vid Verdadera”.
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Las bendice y les da vida con su presencia, porque él “cuida y sustenta a su iglesia” y su deseo es gobernarlas (podemos recordar aquí también que el tabernáculo estaba ubicado en medio de las doce tribus, tres al norte, tres al sur, tres al oriente y tres al occidente, cuando acampaban en el desierto, entonces vemos a Dios expresando su deseo de ser el centro de su pueblo). Te invitamos a leer: “Jesús La Vid Verdadera”.
Cristo conoce y valora el esfuerzo de sus hijos. Empieza el
Señor diciendo: “Yo conozco”, él conoce no sólo nuestras obras, sino lo más
profundo del corazón. Aquí Dios valora las acciones de la iglesia de Éfeso, reconoce
sus obras, su arduo trabajo, su perseverancia, su resistencia a los falsos
ministros, y que no había desmayado a pesar de las dificultades y la persecución.
Además el Señor les dice: “Pero tienes
esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también
aborrezco” Apoc. 2:6. Ellos
aborrecían éstas obras nicolaítas (posible secta que unía el gnosticismo,
cristianismo y cultos paganos, y promovían la inmoralidad sexual).
Dios aborrece las mezclas, esto lo vemos desde el comienzo de su pueblo. Lamentablemente ésta secta nació y creció dentro de la iglesia, pero por el Espíritu Santo y por Su palabra, la iglesia de Éfeso los rechazó y resistió.
Dios aborrece las mezclas, esto lo vemos desde el comienzo de su pueblo. Lamentablemente ésta secta nació y creció dentro de la iglesia, pero por el Espíritu Santo y por Su palabra, la iglesia de Éfeso los rechazó y resistió.
Pero Jesús
después de valorar todas éstas cosas, les llama la atención pues habían hecho
tanto énfasis en sus obras que se habían olvidado de lo más importante, el
Señor de la obra. Qué bueno es servir a Dios, pero siempre tengamos presente
que el ministerio debe ser el resultado de nuestro amor y comunión con Dios.
Reflexión final: El Señor Jesús dio su
vida por la iglesia, es la más grande expresión de amor. Nosotros como iglesia
del Señor debemos responder con amor a ese inmenso amor. Que siempre sea el
amor a Dios el regulador de todo lo que hagamos, pues es el amor la mayor
fuerza del reino de Dios.
(Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria)
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