SEÑALES DE UNA MALDICIÓN Y CÓMO ROMPERLA
Como pueblo de Dios somos llamados a ser diferentes, en nuestro estilo
de vida, en nuestra devoción a Dios, en nuestra actitud frente a los problemas,
en una vida coherente con la fe que profesamos. También la Biblia nos enseña
que ciertas señales del poder de Dios seguirán a Su iglesia en la tierra.
Sin embargo a veces el hijo de Dios enfrenta ciertas situaciones ante las cuales no hay solución humana, y el cristiano debe contar con el discernimiento del Espíritu para luchar y enfrentar debidamente la dificultad o ataque espiritual.
Lo cierto es que “Mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo” En Cristo tenemos completa redención…
Sin embargo a veces el hijo de Dios enfrenta ciertas situaciones ante las cuales no hay solución humana, y el cristiano debe contar con el discernimiento del Espíritu para luchar y enfrentar debidamente la dificultad o ataque espiritual.
Lo cierto es que “Mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo” En Cristo tenemos completa redención…
SEÑALES DE UNA MALDICIÓN Y CÓMO ROMPERLA
“Como el gorrión en su vagar, y como la
golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa” Prov.
26:2.
Así como Jesús dijo que “por los frutos los conoceréis”, también podemos
decir que las maldiciones tienen ciertas señales o evidencias a través de las
cuales se dejan ver. Consideremos algunas:
a) Enfermedades genéticas o hereditarias. En este tipo de situaciones es fundamental
observar en oración, y con la guianza del Espíritu Santo nuestro árbol
genealógico (es decir nuestros antepasados). De ésta manera podemos identificar
factores repetitivos que han afligido a nuestras familias por mucho tiempo, y
que al considerar las Sagradas Escrituras, terminamos concluyendo que estas
cosas no deben estar allí. Por ejemplo: una enfermedad mortal que ha afectado a
los miembros de la familia durante varias generaciones y aún en la actualidad.
b) Locura mental o emocional. En términos generales se concluye que son
afectaciones generacionales (herencia), que son activadas en un tiempo
específico de la vida por ciertas circunstancias que propician la manifestación
de dicha situación. La práctica del ocultismo es también otro factor que favorece
o genera esta situación, hablamos de prácticas como la brujería, hechicería,
adivinación y otros, que conducen a la locura, depresión, desequilibrios
mentales, y otros.
c) Desintegración y destrucción familiar. Podemos encontrar familias que
experimentan divorcios, separaciones, infidelidades, y esto ocurre una y otra
vez por generaciones. También cuando vemos que padres e hijos han sido presa de
las drogas, del ocultismo, continúas muertes violentas y suicidios, etc.
d) Ruina o insuficiencia económica continua, Gén. 4:11; 9:20-25. Observamos
dos situaciones diferentes antes de la Ley: una maldición causada por el mismo
Caín (por haber matado a su hermano), y una maldición que viene sobre un hijo
(Canaán) por la conducta pecaminosa de su padre (Cam).
Cuando observamos todos estos estados de aflicción, es cómo si viéramos
el resultado de las maldiciones de la Ley descritas en el Antiguo Testamento:
ruina total, destrucción y muerte, fracasos continuos, sequía, locura,
infidelidad, esclavitud, enfermedad, etc. Pero en Jesucristo encontramos
completa redención, Cristo con su poder rompe toda maldición, Gálatas 3:13-14.
El término redimir significa comprar un esclavo y sacarlo a la
libertad. Debemos tener presente que la libertad en Cristo es integral, en él
somos libres de condenación, libres de aflicción, libres del miedo, libres de
la maldición.
En Jesucristo nuestra vida es diferente, en Cristo se rompe lo que ha afligido a nuestra familia, pues él viene con Su poder para romper las cadenas de aflicción. Recordemos que Dios también se presenta como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, es decir nuestro Dios es generacional, él no sólo quiere bendecir nuestras vidas, sino además a nuestras generaciones.
En Jesucristo nuestra vida es diferente, en Cristo se rompe lo que ha afligido a nuestra familia, pues él viene con Su poder para romper las cadenas de aflicción. Recordemos que Dios también se presenta como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, es decir nuestro Dios es generacional, él no sólo quiere bendecir nuestras vidas, sino además a nuestras generaciones.
El texto en Gálatas destaca las bendiciones alcanzadas: “la bendición
de Abraham” y “la promesa del Espíritu”, La versión D.H.H. dice
así: “Esto sucedió para que la bendición que Dios prometió a Abraham
alcance también, por medio de Cristo Jesús, a los no judíos; y para que por
medio de la fe recibamos todos el Espíritu que Dios ha prometido”. En
Jesucristo alcanzamos las promesas de Dios para nosotros y para nuestra
descendencia.
Debemos renunciar al pecado nuestro y al pecado de nuestros ancestros.
Es decir tomar el lugar de nuestras generaciones y pedir perdón a Dios por sus
pecados, como lo hizo Esdras por ejemplo en Esdras 9:6-15.
Debemos con la autoridad de Dios, cancelar las maldiciones y reprender
todo espíritu inmundo que haya venido por esas causas; y luego de esto debemos
declarar la Palabra de Dios, bendiciendo nuestra vida y nuestra descendencia,
pronunciando las promesas de bendición del Señor para su pueblo.
Reflexión final: El Señor ha planeado lo mejor para sus hijos y ha establecido toda la
provisión en Cristo Jesús, éste es el tiempo para apropiarnos de su gracia,
misericordia y bendición. Es tiempo de arrepentimiento, día de libertad, día de
salvación, tiempo de bendición para nosotros y para nuestra descendencia.
(Escrito por Pastor
Gonzalo Sanabria)
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