EL ESPÍRITU SANTO ES NUESTRO CONSOLADOR (Devocional No. 081)
(Pastores Gonzalo y Andrea Sanabria)
Para construir una buena amistad se requiere un buen conocimiento
mutuo, tiempo, sinceridad, respeto y un continuo dialogo. Es interesante que la
Biblia nos enseñe que Abraham fue llamado amigo de Dios.
Hoy día, en el creyente mora el Espíritu Santo, y él quiere ser también nuestro mejor amigo. Uno que nos aconseja, enseña, anima y procura que cada día nos acerquemos más a la voluntad perfecta de Dios. Aquel que nos puede ayudar a ser más como Cristo, él es el Consolador…
Hoy día, en el creyente mora el Espíritu Santo, y él quiere ser también nuestro mejor amigo. Uno que nos aconseja, enseña, anima y procura que cada día nos acerquemos más a la voluntad perfecta de Dios. Aquel que nos puede ayudar a ser más como Cristo, él es el Consolador…
EL ESPÍRITU SANTO
ES NUESTRO CONSOLADOR
“Y yo rogaré al
Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”, Juan 14:16.
En primer lugar vamos a definir el término Consolador, a la luz
del Nuevo Testamento. Consolador, traducido del término griego parakletos, que
literalmente significa: llamado al lado de uno, intercesor, abogado,
auxiliador, ayudador, consejero.
1.
En el Antiguo
Testamento cuando aparece el término consolador, aparece en relación con la
obra protectora de Dios hacia su pueblo, pero es en el Nuevo Testamento donde
se revela el Consolador, el Espíritu Santo. Jesús dice: “el Padre os dará otro
Consolador”, (el término “otro” del griego allos, significa otro de la misma clase).
Jesús
fue quien estuvo con ellos, les enseñó, los defendió y guió, ahora anuncia que
vendrá otro Consolador, entonces el Espíritu Santo quiere hacer con nosotros,
lo que Jesús hizo con los doce, es decir enseñar, instruir, acompañar,
corregir, guiar, animar, etc. Dios desea manifestarse a través de los dones del Espíritu Santo.
2. Parakletos, este término se usaba en las cortes de justicia griegas para denotar a un asistente legal,
un defensor, un abogado; de ahí, generalmente, el que aboga por la causa de
otro, un intercesor, abogado.
En ocasiones cuando la persona no tenía con que pagar su defensa, buscaba alguien en su comunidad con influencia, autoridad y respaldo patrimonial para que lo acompañara y defendiera en el juicio (por eso dice el versículo: “para que esté con vosotros para siempre”).
En ocasiones cuando la persona no tenía con que pagar su defensa, buscaba alguien en su comunidad con influencia, autoridad y respaldo patrimonial para que lo acompañara y defendiera en el juicio (por eso dice el versículo: “para que esté con vosotros para siempre”).
3. Es muy importante ver que Jesús utilizó éste término (Consolador)
para referirse al Espíritu Santo, cuando estaba sólo con los discípulos, no estaban
allí las multitudes que le seguían. Esto ocurre en la cena del aposento alto.
La narración del capítulo 13 al 17 del Evangelio de Juan, nos muestra lo
ocurrido durante la cena de Jesús con sus discípulos allí. La cena para los
judíos es un momento de intimidad.
Solo estaban Jesús y los once: según Jn. 13:26-30, Judas ya se había retirado. La revelación del Espíritu Santo como Consolador se da a los once, porque la Escritura dice: “cosa que ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. Entonces concluimos que es revelado en un momento de intimidad con Jesús. La comunión con Dios es fundamental.
Solo estaban Jesús y los once: según Jn. 13:26-30, Judas ya se había retirado. La revelación del Espíritu Santo como Consolador se da a los once, porque la Escritura dice: “cosa que ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. Entonces concluimos que es revelado en un momento de intimidad con Jesús. La comunión con Dios es fundamental.
4. Jesús se está despidiendo, y les dice: “no os dejaré huérfanos”, Jn.
14:18. Huérfanos del gr. orfanós, que traduce: sin padres, afligido,
desamparado, persona sin amigos. Jesús Los hace conscientes que no se quedarán
solos, vendrá el otro Consolador, el Espíritu Santo para instruirlos, acompañarlos, guiarlos
y ungirlos en la nueva misión al mundo.
Reflexión final: El amor de Dios por sus hijos es tan grande que vino él mismo a
salvarnos, y luego viene a morar en nosotros por el Espíritu Santo. Él anhela
darse a conocer y desarrollar una profunda amistad con cada uno de nosotros,
permitamos pues su obra en nuestras vidas.
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