JESÚS SANA A UNA HIJA DE ABRAHAM
(Pastores Gonzalo y
Andrea Sanabria)
En su ministerio el
Señor Jesús realizó grandes milagros, pero generalmente escribas y fariseos se
oponían a estos. Jesús sanaba en todo tiempo, incluso en el día de reposo, por
esto también era señalado, pues Jesús vino también a quebrar la estructura
religiosa de su tiempo, que había llevado al pueblo de Israel a la sequía
espiritual…
JESÚS SANA A UNA HIJA DE ABRAHAM
“Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado
en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en
éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo. Entonces el Señor le
respondió y dijo: Hipócrita, cada
uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y
lo lleva a beber?”, Lucas
13:14-15.
Al considerar todas las ocasiones que por lo menos la Biblia
registra, donde Jesús confrontó a escribas y fariseos podemos ver cuánto
aborrece Dios la religión. Ella produce muerte, frialdad, cargas que nadie
puede llevar, y paradójicamente alejamiento de Dios, puede nadie puede
acercarse a él, a causa de tantos impedimentos.
La religión nos hace orgullosos y egoístas, esto lo vemos en la actuación del principal de la sinagoga en el texto leído hoy. Dios no nos llama a la práctica de una religión basada en ritos fríos, rutinarios y desgastantes, nos llama a una relación real y personal, una relación que transforma al pecador. No permitas que la religión te separe del Dios verdadero y misericordioso, y de todo lo que tiene él para ti.
La religión nos hace orgullosos y egoístas, esto lo vemos en la actuación del principal de la sinagoga en el texto leído hoy. Dios no nos llama a la práctica de una religión basada en ritos fríos, rutinarios y desgastantes, nos llama a una relación real y personal, una relación que transforma al pecador. No permitas que la religión te separe del Dios verdadero y misericordioso, y de todo lo que tiene él para ti.
El Señor
Jesús sana a una mujer en el día de reposo, y la hace libre de las cadenas de
aflicción, porque el amor de Dios está por encima de las normas y tradiciones
religiosas de los hombres, “Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado
dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?”,
Lc. 13:16. Jesús vino también para hacernos libres de la maldición.
“Hija de
Abraham”, la llama Jesús, expresión que nos habla de herencia, tenía derecho a
las bendiciones mesiánicas, a la bendición de Abraham, era hermana de ellos (pues
todos eran descendientes de Abraham, pero el celo religioso estaba por encima
del amor. Sí desataban un buey en día de reposo para llevarlo a beber, cómo no
desatar a ésta mujer de ésa ligadura satánica?).
Las cadenas fueron rotas por Jesús. El Señor Jesús rompió esa “ligadura”
(del griego desmón, que significa: cadena; soga con que se amarran los bueyes al
yugo; prisión; grillo de un preso; cárcel; incapacidad o enfermedad; vinculo).
Ella iba a la sinagoga como lo hacía normalmente, pero un día estaba allí Jesús
y su vida fue transformada, esa reunión fue diferente porque allí estaba Jesús.
El Señor no ha cambiado él sigue liberando.
Las obras de Jesús son maravillosas, y su infinita sabiduría,
producen en nuestro corazón regocijo, el vrs. 17 nos dice: “Al decir él estas
cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba
por todas las cosas gloriosas hechas por él”.
Reflexión
final: Jesús vino a traer una libertad
integral, libertad del pecado, de los poderes de las tinieblas, de la religión
y su poderosa sangre nos limpia y hace libres de todo sentimiento de
condenación.
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