Devocional 023 (Pastores Gonzalo y Andrea
Sanabria).
ES POR SU GRACIA, NO POR TU FUERZA.
“En
aquellos días sucedió que, crecido ya Moisés, salió a visitar a sus hermanos.
Los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de sus hermanos
hebreos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no había nadie, mató al
egipcio y lo escondió en la arena”, Éx. 2:11-12.
A esta altura Moisés tiene cuarenta años de
edad, y por unos treinta y cinco fue educado en la corte real egipcia con los
mejores profesores y asesores del imperio. El texto nos dice “él salió a
visitar a su hermanos hebreos”, de manera que Moisés sabía que era hebreo y que
el pueblo oprimido era su pueblo.
Las décadas de educación y formación egipcia
no lograron diluir su identidad hebrea. Cuan importante es esto, mantener
nuestra identidad como pueblo de Dios por encima del entorno en el que nos
encontremos, pues somos “real sacerdocio, nación santa, linaje escogido para
anunciar las virtudes de nuestro Dios”
En éste escenario Moisés (quien “era
poderoso en palabras y obras”) era testigo del maltrato de un egipcio a un
hebreo e impulsado por su ira y deseos de justicia propia, habiendo observado
que no había testigos, se lanza contra el egipcio y lo mata.
Creo que como Moisés,
muchas veces nosotros impulsados por la ira u otras pasiones, hemos actuado
loca y apresuradamente, provocándonos un profundo daño y lastimando a otros.
Acto seguido, cual Moisés que esconde el cuerpo en la arena, queremos
justificar, cubrir o esconder nuestras acciones.
La verdad es que en nuestra mente hay
muchos conceptos bíblicos, de tal manera que podemos tener extensas y variadas
conversaciones teológicas, sin embargo, observamos que buen número de veces,
nuestra vida diaria no se ajusta a ese conocimiento teológico, por qué? Porque
requerimos más que un saber, esto es, revelación de Dios, su temor en nuestro
corazón y una relación consciente, sincera y constante con él.
Moisés pensaba que sus hermanos hebreos
habían comprendido ya, que él era el libertador (Hch. 7:25), pero ellos no lo
habían entendido así. Seguramente en sus primeros años antes que su madre lo
entregará a la hija de faraón, Moisés fue instruido y había asimilado la razón
de su vida: sería el libertador de Israel.
Pero Moisés como nosotros tenía que
aprender a caminar en los tiempos de Dios y entender que la obra del Señor no
se hace “ni con fuerza, ni con ejercito, sino con el Santo Espíritu de Dios”.
Ante éste error y fracaso (el homicidio), Moisés huye y vive como extranjero en
la tierra de Madián, éste nombre Madiàn significa: disputa, y revela la
condición del corazón de Moisés, luchaba con su llamado, con su futuro, con lo
que acababa de hacer.
Pero Dios estaba al tanto de lo que estaba pasando, y
sabía lo que había de hacer, visitaría a Moisés, lo llamaría, y restaurado lo
enviaría a cumplir con aquel plan para el cual había nacido.
Reflexión
final: Es fundamental que
nos acerquemos cada vez más a Dios, y procurar conocerle más allá de un saber bíblico
y escrito. Perseverar a pesar de los errores y tropiezos, y en ese espacio de
encuentro con Dios, él nos guiará al cumplimento de aquello para lo cual fuimos
diseñados, y es esto lo que produce en nosotros un gozo altísimo, gozo incomprendido
por el mundo, pues su naturaleza es celestial, y nada iguala la plenitud que se
experimenta cuando hacemos aquello para lo cual Dios nos creó.
Te invitamos a leer:
Síguenos en redes sociales:
0 Comments:
Publicar un comentario