A veces nuestra vida se encuentra en un camino sin salida, y como los
problemas no distinguen clase social, llegan a todos, pero confía en Dios, él
traerá salvación.
Un día el apóstol Pablo, estaba encarcelado por la fe en
Jesús, y tomó una decisión: buscar a Dios y alabar su nombre, entonces el Señor
envió Su ángel e hizo un milagro, y lo sacó de la cárcel de una manera
sobrenatural. Dios es Salvador Todopoderoso en todos los momentos de nuestra
vida, él es Salvador por excelencia…
JESÚS ATIENDE A QUIEN LE BUSCA
“Descendió con
ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una
gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de
Sidón que había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades” Lucas
6:17.
Es muy importante ver aquí que el Señor Jesús no hace acepción de
personas, él no excluye a nadie. Jesús dejó su gloria por amor a una humanidad
perdida, él dio su vida por todos sin excepción. Murió por ricos y pobres,
blancos y negros, ancianos y niños, derramó su preciosa sangre por todos sin
ninguna distinción.
El contexto del pasaje bíblico de hoy, nos enseña que Jesús había
pasado la noche en oración en el monte (Lucas 6:12), éste era un monte de
Galilea al norte de Israel. En la presencia de Su Padre celestial, y escuchando
Su Voz, había estado allí por varias horas. Dándonos ejemplo y enfatizando la
importancia de mantener y fortalecer nuestra vida de comunión con Dios.
El pasaje nos añade diciendo: “descendió”, Jesús no se quedó allá, y escogió
un lugar para enseñar Su palabra y ministrar a una multitud necesitada (“se
detuvo en un lugar llano”). El Señor escoge el tiempo y lugar donde nos enseña,
aunque algunas veces no nos guste el momento ni el escenario.
El Señor Jesús atiende a quien le busca, él no rechaza a nadie. En el
texto de hoy vemos que Jesús atendió a la multitud que le buscaba.
El pasaje nos dice “una gran multitud” de Judea (toda la región alrededor de
Jerusalén), de la ciudad de Jerusalén (capital de Israel y ubicada al sur del
país) y de Tiro y Sidón (ciudades puertos de Fenicia, país al norte vecino de
Israel).
Es interesante ver que no todos eran judíos, que además muchos eran de
la capital religiosa del país (Jerusalén) y que venían de realizar un viaje
largo (los de Jerusalén 130 kms y los de Sidón 70 kms, éste era un viaje de
varios días en esa época).
El pasaje bíblico nos sigue diciendo: “Venían para oírle” y “para ser
sanados”, su deseo profundo era escuchar aquellas palabras de Jesús, pues éste era
un mensaje diferente, alentador, salvador, sincero y acompañado de la vida del
Espíritu, ellos anhelaban el poder del Señor Jesús que transformaría sus vidas.
Ellos venían desde lugares distantes, seguramente cansados, pero Jesús no fue
ajeno a su esfuerzo y fe, premiandolos con su bendición y sus milagros.
Reflexión final: En Dios no hay acepción de personas, Jesús atiende a quien le busca. El
Señor está presto para ayudar y socorrer a todo aquel que le busca y clama su
misericordia. Dios es bueno y su misericordia es para siempre.
(Escrito
Por Pastor Gonzalo Sanabria)
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